Muchas ciudades del mundo poseen grandes ejemplos de arquitectura y bienes culturales que contribuyen a generar un gran interés turístico, pero lo más común es que el público en general no conozca los responsables detrás de todas esas obras de importancia. En Barcelona ocurre justamente lo contrario, ya que millones de personas cada año viajan para ver en persona la obra de uno de los catalanes más universales, Antoni Gaudí.
Gaudí concebía sus obras como un todo inseparable, en el que función, estética y arte iban tomados de la mano, englobando todos los detalles posibles, desde los aspectos del espacio, la luz, la ventilación y el confort. Era un arquitecto cuyos edificios nacían como obras de arte y al mismo tiempo tenía muy consciente las necesidades sociales de las personas que habitarían sus edificios.
Gaudí no sólo llegó a crear obras únicas e irrepetibles dentro del modernismo, sino que inventó un estilo propio muy reconocible e inimitable, plantando su genialidad en muchos rincones de su Cataluña natal. Una buena parte de ellas se encuentran en Barcelona, algunas tan famosas que se han convertido en iconos mundiales y casi ni necesitan presentación, así como otras un poco menos conocidas.
La gran multitud de personas que de forma constante rodea los cuatro costados de la Sagrada Familia no dejan lugar a dudas de que se trata del monumento más visitado de Barcelona y de toda España. Más de 3,2 millones de personas la visitaron en 2014 y eso que la basílica aún no está terminada.
A pesar del aspecto urbanizado del barrio de la Sagrada Familia, en 1882, año en que se colocó la primera piedra, alrededor del emplazamiento no había más que campo y animales, ya que aún no se llegaba a construir el Ensanche barcelonés. Con apenas 31 años, Gaudí se hizo cargo de este proyecto poco después de haber comenzado las obras por desavenencias entre el arquitecto original y el asesor del impulsor del proyecto. Al hacerse cargo, modificó por completo la estructura del neogótico a su estilo particular y de dedicó en cuerpo y alma a construirla durante el resto de su vida.
El resultado es una obra maestra que ha continuado construyéndose a casi 90 años de su muerte y que en sí representa el enorme legado que dejó el arquitecto al mundo, Patrimonio de la Humanidad que continuará siendo admirado por generaciones futuras.
La Sagrada Familia al atardecer. Imagen: ©depositphotos.com/elxeneize
Como muchos de los proyectos de Gaudí, inicialmente el Parc Güell fue concebido para tener usos diferentes, en este caso, una serie de viviendas de categoría que iban a contar con la más alta tecnología y todas las comodidades, en un entorno con excelentes vistas y alejado de la contaminación. Esta idea resultó ser un fracaso comercial y Eusebi Güell, impulsor del proyecto quien también encargó a Gaudí otras obras, decidió convertirlo entonces en un parque.
El resultado fue un gran proyecto imaginativo que consiguió amoldarse a la perfección a la naturaleza circundante y en donde el arquitecto creó espacios y figuras como siempre inspiradas en la naturaleza, dejando lugar también para la simbología religiosa y política y uno de sus prácticas artísticas más utilizadas: el trencadís. Hoy en día es el parque más representativo de Barcelona y la escultura del dragón uno de sus símbolos, pero debido a la fuerte demanda de visitantes, el acceso a la zona monumental está restringido a un cierto número de personas y hay que comprar entrada.
El dragón en trencadís del Parc Güell. Imagen: ©depositphotos.com/lunamarina
Durante el apogeo del movimiento modernista, la lujosa avenida del Paseo de Gràcia en Barcelona se convirtió en escaparate para los desarrollos de la burguesía. Desde su comienzo, la Casa Milá o La Pedrera como también es conocida, fue un edificio polémico tanto por su forma arquitectónica como por los múltiples choques de poder entre Gaudí el Ayuntamiento.
Completamente inspirada en formas de la naturaleza, la Casa Milá en su momento implementó avances tecnológicos sin precedentes para la época (1906-1912) como el aparcamiento de coches subterráneo o ascensores. Uno de sus lugares más impresionantes es la cubierta, donde Gaudí creó impresionantes esculturas con las chimeneas y en donde es posible ver insuperables vistas del Paseo de Gràcia.
La Casa Milá en el Paseo de Gràcia. Imagen: ©depositphotos.com/Ivantagan
No muy lejos de la Casa Milá se encuentra otro de los iconos de Gaudí: la Casa Batlló. Esta obra (1904-1906) no comenzó de cero sino que fue una remodelación de un edificio que ya existía previamente en el número 43 del Paseo de Gràcia. Dotándolo de su estilo peculiar, Gaudí implementó balcones de hierro fundido en forma de antifaz, frisos escultóricos de formas vegetales o animales, se dice inspiradas en el Mediterráneo y en el Macizo de Montserrat.
La cubierta colorida y ondulante se inspira en la forma de un dragón y presumiblemente en la leyenda de Sant Jordi, patrón de Cataluña. No hay un solo detalle dejado al descuido, desde los arcos catenarios del desván a las rejillas de ventilación del patio interno o las manillas de las puertas, Gaudí en la Casa Batlló alcanzó un apogeo artístico sin precedentes.
En el centro de la imagen, la Casa Batlló. Imagen: ©depositphotos.com/varuna
La idea de la colonia industrial, un recinto donde convive el espacio de producción de una fábrica junto con los espacios de domicilio y servicio de los trabajadores, probó ser una fórmula muy exitosa a finales del siglo XIX y comienzos del XX en Cataluña. Siguiendo este esquema, Eusebi Güell encargó a Gaudí la concepción de una colonia para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores a la vez que incorporaba espacios religiosos y culturales.
El resultado es un referente dentro del estilo gaudiniano y de la arquitectura industrial y modernista. Técnicamente se encuentra fuera de Barcelona, aunque está en la cercana localidad de Santa Coloma de Cervelló en el Bajo Llobregat.
Otra de sus obras inscritas en la lista de monumentos Patrimonio de la Humanidad, el Palau Güell fue otro de los encargos del rico industrial catalán a Gaudí, para su residencia personal. Fiel a su estilo, en esta ocasión Gaudí se inspiró en la arquitectura asiática e islámica, pero siguiendo la forma de las casas señoriales tradicionales de Cataluña. Como siempre, cuidó hasta los últimos detalles y trabajó con un equipo de artesanos, pintores y escultores logrando un espacio tan espectacular que incluso fue visitado por importantes personalidades que visitaron la ciudad con motivo de la Exposición Universal de 1888.
Espacio central y cúpula del Palacio Güell. Imagen: ©depositphotos.com/masterlu
La Casa Figueras, también conocida como la Torre Bellesguard (bella vista), es una de las últimas adiciones en Barcelona al universo de Gaudí, siendo abierta al público en 2013 después de una intensa restauración. Este edificio es uno de los más desconocidos de Gaudí pero no por ello menos importante. La obra se proyectó sobre las ruinas de un antiguo castillo del siglo XV creando un edificio de corte neogótico, que respetó la estructura original y se terminó en 1909. En la actualidad, son muy famosas las Nits Gaudí de la Torre Bellesguard, con una intensa programación musical de conciertos al aire libre durante el verano.
Torre Bellesguard – Foto: Catalan Art & Architecture Gallery, CC BY SA 2.0
Cualquier turista que haya visitado en Barcelona seguramente ha visitado la Plaza Real, uno de los puntos más visitados cerca de La Rambla. Lo que seguramente muchos no saben es que las farolas que decoran la plaza fueron uno de los primeros encargos que recibió Gaudí en 1879, poco tiempo después de titularse como arquitecto.
Farolas de la Plaza Real. Imagen: ©depositphotos.com/peresan
Esta residencia es una obra que evidencia una etapa temprana en la carrera de Gaudí. Construida entre 1883 y 1888, aún su particular estilo no se había terminado de desarrollar en su máxima expresión y es por eso que se observa una profusión de líneas rectas y una inspiración claramente oriental y árabe, aunque ya dejaba entrever ciertos toques de su estilo de diseño, como el mosaico. Aunque es Bien de Interés Cultural, la Casa Vicens no se puede visitar por dentro en la actualidad, aunque esto podría cambiar en el futuro. Se encuentra en la Calle Carolines Nº 24 en el barrio de Gràcia.
Casa Vicens. Imagen: ©depositphotos.com/tupungato
De las tres casas que Gaudí proyectó en el Ensanche barcelonés esta es la más convencional, donde prima la simetría y el equilibrio. De un estilo inspirado en el barroco, esta residencia para la familia Calvet se puede decir que es la más conservadora del arquitecto aunque no por ello sea de menor valor artístico. Aún así, destacan los trabajos en hierro forjado y las decoraciones de marcado estilo frutal y orgánico. La puedes encontrar en la Calle Casp Nº 48, aunque como la Casa Vicens, solamente se puede admirar desde el exterior.
Casa Calvet a la extrema izquierda de la imagen. Imagen: ©depositphotos.com/Ivantagan
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