Se acabó la Navidad. Entramos en un nuevo año y dejamos atrás el solsticio de invierno, origen real de esas fiestas, pero no por ello finalizan las celebraciones. Detrás del frío y la oscuridad vienen las temperaturas más suaves y los días se alargan, preparándose para la primavera. En el horizonte, la Semana Santa, para la cual el cristianismo establece un largo período de preparación física y mental llamado Cuaresma; y como prólogo, el Carnaval: inversión de valores, locura y desenfreno, diversión…

El Carnaval es una de esas festividades que se celebran en casi todo el mundo por simbolizar el mencionado cambio de temporada, en unos sitios con unas características y en otros con unas diferentes. La mayoría recurriendo a máscaras y disfraces, a música y baile, pero con elementos distintivos que en algunos casos alcanzan cotas de cierta rareza. A continuación se puede ver una posible lista de algunos de los carnavales más curiosos, aunque siempre quedarán muchos más en el tintero.

PIORNAL, ESPAÑA

Es difícil encontrar un sitio donde haya un mensajero tan insólito para anunciar la inminente llegada del Carnaval. Hay que desplazarse hasta esta localidad de Cáceres (Extremadura) para contemplar la presencia algo inquietante de Jarramplas.

Jarramplas es un representante del Mal encarnado por un joven del pueblo embutido en un estrafalario traje del que cuelgan centenares de cintas multicolores y tocado con un sombrero en forma de cono al que decoran una crin equina y una cornamenta. Por dentro está especialmente acolchado con fibra de vidrio ¿por qué?

Porque la misión de Jarramplas es servir de diana a los habitantes de Piornal, que le arrojan nabos durante horas, con algún que otro descanso de por medio, mientras toca un tambor e intenta devolver algún golpe con una porra. Lo que se supone que es conmemoración del linchamiento de algún ladrón de ganado se completa con la preceptiva procesión y el sorteo de una rosca.

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Los nabos, municiones de las Jarramplas de Piornal

 

CERDEÑA, ITALIA

El Carnaval en general es una fiesta de origen anterior al cristianismo y en algunos sitios aún conserva un aire marcadamente pagano. La isla italiana de Cerdeña es uno de ellos.

En realidad, el carnaval sardo tiene dos manifestaciones diferentes. Una, de origen español, es la llamada Sartiglia de Oristano. En esta localidad se suceden los desfiles de Trompeteros, Bromistas y Jinetes; estos últimos protagonizan una competición vespertina en la que intentan ensartar con sus espadas unas estrellas colgadas de una cuerda para baremar cómo serán las cosechas del año entrante.

La otra es la célebre Mamoiada, nombre que deriva de sus protagonistas, los Mamuthones. Son varios grupos formados por una docena de hombres cada uno, ataviados con pieles de animales, montones de cencerros a la espalda y unas máscaras negras de inquietante expresión. Bailan por el pueblo acompañados de los Issohadores, que van atrapando a la gente con un lazo

Mamuthones

INNSBRUCK, AUSTRIA

La localidad austríaca de Innsbruck y sus alrededores ofrece múltiples ejemplos de celebraciones carnavalescas variadas, aunque con elementos en común. En realidad cada pueblo del Tirol puede presumir de fastos interesantes, aunque entre los más originales y sorprendentes habría que destacar los de un lugar de nombre casi impronunciable: Telfer Schleicherlaufen.

Según algunos con orígenes paganos, pero datados más bien hacia el siglo XIII, reúna a casi veinte mil asistentes al Entierro de Naz, un muñeco cuyo funeral que abre y cierra el evento. Entre ambos hay un desfile de animales (en realidad personas disfrazadas de tales), un ritual de adoración del sol y el  Kroas (baile) de los Schleicher.

Parte de la peculiariedad de este Carnaval estriba en que tiene lugar sólo cada cuatro años, lo que no es óbice para que esté protegido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

VERÍN, ESPAÑA

No se puede hablar de carnavales extraños sin reseñar Os Cigarrons, que, al igual que los Peliqueiros de Laza, son un auténtico icono del Entroido en Orense y toda Galicia. Es una fiesta con tono rural en la que al Xueves de Compadres sucede el de Comadres con una procesión nocturna de por medio en la que los participantes visten sábanas blancas y llevan cirios encendidos. Esos jueves se rematan con la Fariñada, una desmadrada batalla de harina.

Pero los verdaderos protagonistas son los citados Cigarrons, que, ataviados con camisa blanca, corbata y chaleco, cubren sus rostros con una máscara de madera policromada y se coronan con una mitra pintada. Con  cencerros y látigo, bailan y arman estruendo para alejar a los malos espíritus. Es una Fiesta de Interés Turístico Nacional.

MOSCÚ, RUSIA

En Rusia y otros países del Este, el Carnaval recibe el nombre de Maslenitsa. También es una forma de despedir el invierno y remonta sus orígenes no a Roma (cuyo imperio no llegó hasta esas latitudes) sino al dios Veles, de ahí que la celebración presente componentes distintos.

Básicamente, y dadas las condiciones climatológicas por estas fechas, lo habitual es realizar una serie de banquetes a lo largo de la semana, con familia unas veces y amigos otras. Hay alguna costumbre curiosa, como invitar a suegros y éstos a las novias.

Se acompaña de intercambio de regalos, algunos espectáculos y una competición de deportes de nieve al aire libre que culmina con una singular forma de expiar los pecados: en una pelea pública. El momento distintivo llega al final, cuando se procede a prenderle fuego a la Maslenitsa, una figura femenina hecha de ramas y vestida con ropas de mujer.

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AVILÉS, ESPAÑA

Si hay un sitio en Asturias que aglutina a la gente para la celebración del Carnaval es Avilés, una de las tres ciudades grandes del Principado. ¿Por qué? Porque allí se ha asentado un festejo que carece de tradición histórica pero ya se ha convertido en clásico de estas fechas: el Descenso Internacional y Fluvial de Galiana.

Pese a lo que parezca, Galiana no es un río sino es el nombre de una calle empinada y flanqueada por soportales que se haya en el casco antiguo y por la que el día señalado del Antroxu se desarrolla un singular desfile: una serie de alocadas embarcaciones  artesanales, por llamarlas de alguna manera, se deslizan calle abajo aprovechando el previo enjabonado del suelo.

Es un concurso y ganará el vehículo que sea considerado más original. La delirante escena se refuerza con el riego de los asistentes por parte de los vecinos, que arrojan agua desde las ventanas, o mediante mangueras, sin importar las frías temperaturas del febrero asturiano. Ese día es difícil ver a alguien en Avilés sin disfraz.

ORURO, BOLIVIA

Con referencias a la época prehispánica, a la posterior colonial y la festividad en sí, el Carnaval de esta ciudad minera boliviana es una buena muestra de sincretismo folklórico-religioso. No hay que olvidar que fue en Oruro donde, según la tradición, se halló una imagen de la Virgen de la Candelaria que inmediatamente se asimiló a la Pachamama (Madre Tierra) y en su entorno donde se desarrolló la rebelión de Túpac Amaru II, al que se recuerda en muchas de las máscaras utilizadas actualmente.

Pero si hay algo que caracteriza e identifica esta fiesta por esos lares es el baile, que se interpreta ataviado con fantásticos trajes y unas caretas no menos espectaculares que representan al diablo. De hecho, esas danzas se llaman Diabladas, subdividibles en casi una veintena diferentes. Hay decenas de miles de danzarines, millares de músicos y un colorido tan intenso que no extraña la declaración de este Carnaval como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

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MORELOS, MÉXICO

Nuevamente hay que viajar a América, en este caso al mexicano estado de Morelos, para encontrar un caso de sincretismo entre la religión precolombina y el cristianismo. Son varias las ciudades de esa zona las que tienen a los Chinelos como símbolo más visible del Carnaval, caso de Tepoztlán, Yautepec o Tlayacapán.

Se trata de unos personajes que visten un traje inspirado en el de las tropas españolas decimonónicas, como demuestran las máscaras de rasgos blancos con perilla y un gorro similar al chacó al que acompaña un vestuario largo lleno de color, flecos, plumas y lentejuelas. Cada ciudad adopta su propio estilo.

Los Chinelos interpretan una danza ancestral llamada Brinco -se basa en saltos con la punta de los pies- que resultaría de la celebración indígena de su propio carnaval, dado que no tenían acceso al oficial.

SILIÓ, ESPAÑA

Es el Carnaval más madrugador de Europa. Se celebra el primer domingo de enero y tiene lugar en las montañas de Cantabria. Hablamos de La Vijanera de Silió, que combina la bienvenida al nuevo año con la fiesta de principio de fin del invierno.

Metáfora de la vida y la muerte, reúne nada menos que sesenta personajes a cual más pintoresco: desde los Zamarracos ataviados con pieles de carnero y caras tiznadas que ahuyentan a los malos espíritus con sus esquilones a los Trapajones de aspecto vegetal, pasando por tipos populares como el Viejo, la Pepa, el Médico, el Marquesito, etc.

Cabe destacar al Oso, que, encarnado por alguien disfrazado ad hoc, representa al Mal y muere para dejar paso al Bien. La Preñá trae al mundo al nuevo año y todo esto se traduce en una declaración de la fiesta como De Interés Turístico Nacional.

IVREA, ITALIA

Al principio hablábamos del que probablemente sea el Carnaval más antiguo de España. Si nos trasladamos a Italia, la región del Piamonte nos ofrece otro que también es bastante añejo, pues las primeras noticias oficiales que hay de él se remontan a 1808. Se trata del que tiene lugar en Ivrea y recibe el curioso nombre de Batalla de las Naranjas.

Batalla por dos razones. La primera, que reviste características que evocan la rebelión contra las tropas napoleónicas, aunque en realidad la referencia primigenia es otra revuelta, ésta medieval, contra los abusos de un señor feudal. La segunda razón es que el desarrollo de la fiesta consiste precisamente en una contienda en la que las armas arrojadizas son naranjas.

Centenares de toneladas de cítricos empiezan a volar de un lado a otro desde que la Mugnaia, la molinera de la que intentó aprovecharse el citado señor en el siglo XIII, da la señal de inicio. Sobre un carro titado por caballos, un general y sus ayudantes encarnan al invasor francés contra el que dispara el pueblo.

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Batalla de las Naranjas en Ivrea, Italia

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Ivrea, después de la batalla.

MENTON, FRANCIA

De Italia pasamos a Francia y, por qué no, de naranjas a limones. En la localidad de Mentón, en plena Costa Azul, los fastos carnavalescos adoptan el nombre de Lemon Festival porque este fruto es el amarillísimo protagonista en un evento que se prolonga hasta finales de la primera semana de marzo.

De hecho, el exceso de tranquilidad en la ciudad fue lo que llevó a sus vecinos a decidir alargar los festejos de Carnaval allá por 1895. Treinta años después, los hosteleros tuvieron la idea de aprovechar un excedente en la cosecha de cítricos para hacer figuras con ellos. Cada vez más grandes y centradas en un tema.

Así, el clásico cabalgata de carrozas porta escenas elaboradas con limones y otras se exponen por las calles, tal cual ocurre con las fallas valencianas. Uno de los desfiles es doblemente espectacular por su horario nocturno.

TENOSIQUE DE PINO SUÁREZ, MÉXICO

Tenosique de Pino Suárez es una pequeña ciudad del estado mexicano de Tabasco, ya lindando con Guatemala. De cultura y tradición mayas, por eso no extraña que su Carnaval conserve elementos de aquella singular civilización.

La más evidente es la leyenda del Pochó, de nuevo una metáfora de la lucha entre el Bien y el Mal plasmada en la creación de los Cojóes, unos entes hechos de maíz a los que el dios Pochó disfrazó de humanos y que luego quiso eliminar a través de jaguares pero fueron defendidos por las mujeres, terminando todo con la muerte de la deidad.

Esta historia se representa mediante la danza de Pochó, que interpretan los bailarines ataviados con hojas y elementos vegetales y unas caretas sin rostro, secundados por las Pochoveras, doncellas silenciosas que se adornan con flores, y los Jaguares o Balanes, que imitan en su disfraz la piel de ese animal.

PARATI, BRASIL

En Brasil, decir Carnaval es casi sinónimo de nombrar Río de Janeiro. Pero muy cerca de allí, en una pequeña urbe llamada Parati, celebran una variedad propia de lo más singular: los participantes se rebozan en un lodo oscuro y desfilan así gritando “¡Uga, ra, ra!” Tal cual.

Se cree que esta inaudita costumbre viene de la primera participación femenina, allá por los años veinte y liderada por una mujer negra. En su honor, los integrantes del bloco (comparsa) de Lama se embadurnan con barro medicinal de Praia do Jabaquara y desfilan imitando una tribu prehistórica, con calaveras, pieles y movimientos simiescos.

NADUR, MALTA

La isla maltesa de Gozo es apenas un pedazo de tierra en medio del Mediterráneo, hogar de una minúscula población de cinco mil personas. Tan pocos como para que el Carnaval se organice de formas popular y bastante espontánea, sin autoridades ni nadie por medio. De ahí la singularidad de sus celebraciones.

Por ejemplo, de esa particular versión de la piñata que se lleva a cabo siguiendo la tradición dieciochesca del Kukkanja: los concursantes se lanzan sobre un cono recubierto de regalos intentando llevarse algo; así hay muchos agraciados, claro, aunque el ganador es el que consigue el globo con los colores de la Orden de San Juan que remata el conjunto.

Pero lo más sorprendente del carnaval de Nadur pasa al anochecer, cuando se rebaja la iluminación de las farolas y la gente sale disfrazada en silencio, para crear un aire enigmático manteniendo y preservar la identidad. Por eso lo llaman el Carnaval silencioso.

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Sobre El Autor

Nacido en Oviedo (Asturias), soy historiador de formación y bloguero profesional desde 2009, con atención especial a viajes y turismo. Me gusta conocer otros lugares, bien todo el país, bien centrándome en alguna ciudad. He hecho la casi preceptiva visita a naciones de nuestro entorno europeo, como Portugal, Francia, Italia, Inglaterra, Escocia, República Checa, Rumanía y Grecia, en busca de esa identidad continental común.En el entorno mediterráneo tuve ocasión de hacer realidad un viejo sueño y recorrer Egipto en lo que fue mi primer periplo exótico. Luego siguieron otros igualmente fascinantes como Jordania y Marruecos. También salté el charco para descubrir el Nuevo Mundo, desde México a Bolivia pasando por Costa Rica, Panamá, Colombia y Perú, donde me sentí como en casa.Finalmente, también pude cumplir otro anhelo al viajar a África para ver in situ esos rincones que me fascinaban desde niño por los relatos y películas de exploradores: Kenia y el legado de Karen Blixen, Uganda y las fuentes del Nilo, Ruanda y los gorilas de montaña, el Serengueti o el Cráter del Ngorongoro en Tanzania...Extasiarse ante belleza impactante de la Capilla Sixtina, atisbar el Tesoro de Petra asomando por la abertura del cañón del Sij, sentirse abrumado por los colosos de Ramsés II en Abu Simbel o las pirámides de Giza, escuchar la potencia ensordecedora de las cataratas Murchinson, ver salir el sol desde lo alto del Sinaí o de Machu Picchu, cabalgar por la ribera del Nilo, caminar por la grandiosidad enigmática de Teotihuacán, despertarse al amanecer con el rugido de un león en la sabana, fotografiarse ante la inmensidad blanca del Salar de Uyuni, deambular por el Whitechapel de Jack el Destripador, contemplar París desde lo alto de la Torre Eiffel, navegar por el lago Ness...Todo ello -y lo muchísimo más que aún haya de venir- trato de plasmarlo en imágenes y palabras a través de mi blog El Viajero Incidental y Viajeros de La Brújula Verde.

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