Difícilmente se puede encontrar una imagen más apropiada para representar el verano que una playa. Esa iconografía compuesta por blancas dunas, un mar azul turquesa, alguna palmera y una iluminación radiante gracias al sol que brilla en un cielo despejado es sinónimo de vacaciones estivales.

Y se da la circunstancia de que vivimos en España, un lugar privilegiado en ese sentido. Porque, a pesar del tópico, de esos adjetivos que solemos adjuntar al concepto de playa, como tropicales, paradisíacas, exóticas y demás, lo cierto es que no hace falta irse fuera, ni mucho menos, para encontrar lugares así en la vieja piel de toro o en alguno de sus archipiélagos.

De hecho, y aunque sea lo primero que se nos viene a la cabeza, no sólo el Mediterráneo puede presumir de ello. Evidentemente, la costa mediterránea nacional es la más grande y atractiva para el turismo, no tanto por el mar en sí como por el clima. Pero ojo, porque España suma un total de 7.905 kilómetros de litoral, de los que 770 están en el Cantábrico. Y no hay que olvidar las islas.

En tamaña extensión se sucede una playa tras otra, por lo que cualquier turista tiene de sobra para elegir. Incluso lo tendrá difícil; tanto como nosotros en este post, a la hora de elegir 15 sobre todas las demás, pues seguro que saldrían montones de listas alternativas.

1. CALA MACARELLETA. Ciudadela, Menorca/ Islas Baleares

Un clásico que siempre figura en este tipo de selecciones y un buen ejemplo de lo que se denomina cala, para distinguirlo de playas más grandes. Y es lógico que suela aparecer en las listas porque el intenso color turquesa del agua, su pequeño arenal blanco y el entorno silvestre le confieren un atractivo especial. Su pequeño tamaño (aunque al otro lado de uno de sus espigones naturales hay otra playa, La Mascarella, de un kilómetro) es a la vez una virtud y un defecto, ya que enseguida se llena de gente.

La recoleta belleza de Cala Macarelleta

2. LOS MUERTOS. Carboneras, Andalucía

A pesar de su siniestro nombre, debido a la frecuencia con que se encontraban cadáveres de náufragos en la orilla, arrojados por las fuertes corrientes, la Playa de los Muertos es un lugar precioso, enmarcado por grandes paredes rocosas que recuerdan un poco algún rincón similar del Egeo y al que se accede por una escalinata. Es lo que tiene estar en un entorno tan privilegiado como el Parque Natural del Cabo de Gata, en Almería.

3. EL PAPAGAYO. Lanzarote/ Islas Canarias

Similar a la anterior pero trocando el tono blanco de la arena por el dorado, así como el gris de la piedra circundante por el ocre terroso, la Playa del Papagayo refuerza su hermosura natural con vistas al pequeño islote (llamado Lobos) que se alza justo enfrente y a la vecina Fuerteventura, cuya silueta parece emerger en el horizonte. Todo esto, porque El Papagayo está ubicada en la isla canaria de Lanzarote y merece resaltarse también por su tranquilidad, alejada del bullicio turístico y de la masificación.

4. TORIMBIA. Llanes/ Asturias

Buen ejemplo de lo comentado antes sobre el norte de España, cerca de la turística localidad de Llanes se encuentra la Playa de Torimbia, un auténtico decorado de película donde el suave tono de la arena contrasta encajado entre otros dos muy distintos: el azul intenso del Cantábrico y el verde de las laderas de hierba que la enmarcan. El agua está muy fría -rara vez supera los 21º en verano- y, como es habitual en ese mar, al subir la marea se come buena parte del espacio disponible. Pero la experiencia compensa; cosas de Asturias.

Torimbia

Playa de Torimbia, Asturias.

Torimbia

Belleza asturiana en la Playa de Torimbia – ©depositphotos.com/Frankie

5. LA CONCHA. San Sebastián, Guipúzcoa/País Vasco

Seguimos por latitudes norteñas para reseñar una de sus playas más famosas, la de La Concha. Modelo perfecto de playa urbana que tiene como telón de fondo la arquitectura donostiarra y protagonista en plata del premio del festival cinematográfico local, durante mucho tiempo fue el destino de veraneo para los reyes españoles; por algo sería (sí, porque iban a tomar “baños de mar”, entrando al agua desde casetas tiradas por bueyes).

6. CALA MENUDA. Tossa de Mar, Gerona/Cataluña

Su propio nombre la describe; una miniplaya gerundense que hace honor a la fama de la Costa Brava. El promontorio rocoso y rematado por un solitario árbol que la caracteriza es una maravilla, pero es que parece como si a las playas de Tossa de Mar les hubieran puesto deliberadamente elementos distintivos; es el caso también de la principal del pueblo, con un fabuloso castillo del siglo XV al borde del mar, como si del decorado de una obra de teatro se tratase.

7. CALÓ DE’S MORO. Santanyí, Mallorca /Islas Baleares

Como hemos visto con anterioridad, las calas mallorquinas tienen justo reconocimiento y hay tantas que se hace difícil elegir una o, mejor dicho, descartar las demás. Caló de’s Moro es un rincón de arena y piedras cercano a la urbanización de Cala Llombards pero de difícil acceso. Conviene ir pronto o no habrá sitio, ahora, el que consiga plantar la toalla no se arrepentirá.

Calo_des_Moro

La preciosidad medieterránea de Caló de’s Moro

8. LAS CATEDRALES. Ribadeo, Lugo/Galicia

En realidad se llama Playa de Aguas Santas pero todo el mundo la conoce por su bien ganado apodo de Playa de las Catedrales, debido a los impresionantes afloramientos rocosos en forma de arco que la jalonan asemejando una sucesión de grandes arbotantes de un gran templo gótico. Declarada Monumento Natural, pasear entre esos caprichos de la Naturaleza -más que tomar el sol o bañarse- es una experiencia única, aunque la cantidad de gente que quiere descubrirla ha obligado a imponer reserva previa.

9. LAS TERESITAS. San Andrés, Tenerife/Islas Canarias

Arena dorada de origen sahariano sobre la original negra volcánica; detrás, la mole reseca de un característico barranco; enfrente, un singular rompeolas que protege al llamado Escalón, donde cambia abruptamente la profundidad; más allá de éste, la inmensidad abrumadora del océano Atlántico. Éste es el escenario que constituye la playa tinerfeña de Las Teresitas, antes natural pero transformada en los años setenta para adecuarla a la demanda turística, aunque sin perder atractivo.

 

View of Las Teresitas Beach, Tenerife, Spain

La agreste belleza canaria de Las Teresitas – ©depositphotos.com/SOMATUSCANI

10. CHARCO VERDE. Yaiza, Lanzarote/Islas Canarias

También llamado Charco de los Clicos (o Lago Verde o Laguna de los Clicos), es un rincón mágico del Parque Nacional de Timanfaya. Una playa de negra grava volcánica que separa dos masas de agua: por un lado el Atlántico y por el otro esa espectacular mancha de agua verde, tono que debe a las algas que viven en ella. No está permitido bañarse pero merece la pena estar en el mismo escenario que pisó Raquel Welch durante el rodaje de Hace un millón de años.

11. CALA SALADA. San Antonio de Portmany, Ibiza/Islas Baleares

Dado su pequeño tamaño (no más de un centenar de metros de longitud), en temporada estival resulta difícil encontrar un hueco sobre su dorada arena. Ppero Cala Salada sigue siendo semisalvaje y ensalzada por todo aquel que visita Ibiza, y con toda la razón del mundo. En eso tienen ventaja los barcos, ya que se permite fondear a su abrigo y disfrutarla desde el agua. Todo un privilegio.

Cala-salada

12. LA MEDIA LEGUA. San Lúcar de Barrameda, Cádiz/Andalucía

También conocida como Bajo de Guía, La Calzada y Piletas, esta gran extensión (más de 2 kilómetros) de arena dorada situada en el estuario del río Guadalquivir no sólo sirve para que los turistas se tuesten al sol o se refresquen en el mar durante el verano; también es en esa época cuando, desde hace siglo y medio, acoge una espectacular carrera de caballos, razón por la que también se la llama El Hipódromo. Por nombres no será.

13. MASPALOMAS. San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria/Islas Canarias

Si alguien quiere imaginar cómo es un desierto al lado del mar no tiene más que volver sus ojos hacia este imponente sistema de dunas del sur insular grancanario: 5.600 metros de playa continua (enlazada con la concurridísima Playa del Inglés), donde espléndidas montañas de arena de tono intensamente dorado forman un ecosistema protegido. Un raro oasis en medio de un núcleo turístico y por el que es toda una experiencia moverse (recomendable caminar por la cresta de una duna). El espigado faro que hay en un extremo completa el panorama.

Maspalomas

Las dunas de Maspalomas – ©depositphotos.com/nito103

14. RODAS. Islas Cíes, Pontevedra/Galicia

Aparte de Baleares y Canarias, hay otro archipiélago en las costas españolas, aunque más modesto en tamaño: las Islas Cíes, frente a la ría de Vigo. Son tres Monteagudo, Do Faro y San Martiño, estando las dos primeras unidas por una lengua de arena natural, reforzada por una escollera colocada ad hoc, que forma la llamada Playa de Rodas. Es un sitio tan increíble y fotogénico que numerosos yates echan el ancla justo enfrente para disfrutar del lugar.

15. El SILENCIO. Cudillero/Asturias

Llamada El Gavieru en asturiano, los abruptos acantilados que la enmarcan garantizan un obstáculo a la masificación -hasta hace poco era nudista- y la aíslan parcialmente de cualquier ruido no natural para conferir el silencio que le da nombre. Bien es verdad que la mejora progresiva de accesos la ha popularizado y ya no es tan tranquila como antes pero sigue siendo diferente a otras. La claridad de sus aguas permite practicar submarinismo.

Playa_del_Silencio

La Playa del Silencio asturiana – C.lingg en Wikimedia, CC BY-SA 3.0

Terminamos esta selección sin dejar de reconocer que hay cientos de playas más en España, muchas susceptibles de haber formado parte de esta lista de 15. Claro que, entonces, la cuestión sería por qué dejar fuera a las nombradas. y es que cada uno tendrá su propia recopilación… ¡ y todas son igual de válidas!

Sobre El Autor

Nacido en Oviedo (Asturias), soy historiador de formación y bloguero profesional desde 2009, con atención especial a viajes y turismo. Me gusta conocer otros lugares, bien todo el país, bien centrándome en alguna ciudad. He hecho la casi preceptiva visita a naciones de nuestro entorno europeo, como Portugal, Francia, Italia, Inglaterra, Escocia, República Checa, Rumanía y Grecia, en busca de esa identidad continental común.En el entorno mediterráneo tuve ocasión de hacer realidad un viejo sueño y recorrer Egipto en lo que fue mi primer periplo exótico. Luego siguieron otros igualmente fascinantes como Jordania y Marruecos. También salté el charco para descubrir el Nuevo Mundo, desde México a Bolivia pasando por Costa Rica, Panamá, Colombia y Perú, donde me sentí como en casa.Finalmente, también pude cumplir otro anhelo al viajar a África para ver in situ esos rincones que me fascinaban desde niño por los relatos y películas de exploradores: Kenia y el legado de Karen Blixen, Uganda y las fuentes del Nilo, Ruanda y los gorilas de montaña, el Serengueti o el Cráter del Ngorongoro en Tanzania...Extasiarse ante belleza impactante de la Capilla Sixtina, atisbar el Tesoro de Petra asomando por la abertura del cañón del Sij, sentirse abrumado por los colosos de Ramsés II en Abu Simbel o las pirámides de Giza, escuchar la potencia ensordecedora de las cataratas Murchinson, ver salir el sol desde lo alto del Sinaí o de Machu Picchu, cabalgar por la ribera del Nilo, caminar por la grandiosidad enigmática de Teotihuacán, despertarse al amanecer con el rugido de un león en la sabana, fotografiarse ante la inmensidad blanca del Salar de Uyuni, deambular por el Whitechapel de Jack el Destripador, contemplar París desde lo alto de la Torre Eiffel, navegar por el lago Ness...Todo ello -y lo muchísimo más que aún haya de venir- trato de plasmarlo en imágenes y palabras a través de mi blog El Viajero Incidental y Viajeros de La Brújula Verde.

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