Helsinki. La Perla del Báltico. El tercer vértice de ese triángulo nórdico que, junto con las más populares Oslo y Estocolmo, son las responsables de poner Escandinavia en las guías turísticas y servir de puerta de entrada a una cantidad de visitantes que años atrás hubiera sido impensable.

La que es capital de Finlandia desde 1812, por iniciativa de Rusia, que se la había anexionado militarmente y cuyo zar quiso el capricho de convertirla en una réplica en miniatura de San Petersburgo, fue fundada en realidad unos siglos antes, en 1550; curiosamente, por otro rey extranjero, el sueco Gustavo Vasa, como puerto comercial que rivalizase con la -por entonces- danesa Tallín y que a la postre, le legó el nombre (deriva de la palabra sueca helsinge). Como vemos, la ubicación geográfica entre dos gigantes más poderosos fue clave para el devenir histórico de Helsinki y del país entero.

Lo cierto es que, aunque la urbe apenas sobrepasa los seiscientos veinte mil habitantes, esa población casi se duplica al contar los municipios circundantes que forman el área metropolitana, de manera que la cuarta parte de los finlandeses viven en esa región (el total nacional ronda los cinco millones de personas). Una región fría, como corresponde a su latitud, con un larguísimo y oscuro invierno, nevado y a bajo cero, que dura desde otoño hasta abril, y un verano corto, de temperaturas suaves, pero muy disfrutado, claro.

Con buena parte de la ciudad dotada de parques y un ritmo de vida bastante tranquilo, Helsinki tiene una ventaja importantísima para el viajero: casi todos los sitios de interés se encuentran cerca unos de otros, de manera que es posible llegar a muchos de ellos a pie; si no, cuenta con un sistema de transporte público con fama de ser de los mejores del continente y que no sólo conecta los distintos rincones entre sí sino que enlaza con ciudades de países vecinos.

Y eso que el casco urbano no se encuentra en tierra firme; al menos no al completo, sino que se reparte por trescientas treinta islas y penínsulas que dotan al lugar de un encanto especial y una fuerte vocación marinera; al fin y al cabo hay un centenar de kilómetros de costa.

JUEVES

El centro – 8:00

Esta península de nombre, digamos, difícil (algo a lo que hay que acostumbrarse en Finlandia), constituye el centro urbano tal como lo conocemos aquí y se puede considerar punto de partida para cualquier visita, ya que en ella se sitúan las estaciones de tren y autobús.

La alusión a ellas no es gratuita porque la ferroviaria (Rautatientori) es todo un espectáculo , con grandes estatuas sosteniendo faroles y una torre con reloj que sorprende por su insólito estilo. Algunas de las calles más comerciales, como Aleksanterinkatu (Aleksi), Mannerheimintie (Mansku) y Esplanadi (Espa) llevan desde aquí hasta la Plaza del Senado (Senaatintori), la parte histórica de la ciudad. Se pueden recorrer en un relajado paseo que permitirá ir viendo las fachadas modernistas y art nouveau o pararse a desayunar en alguna de las abundantes cafeterías o en un recorrido panorámico en tranvía. Es tan rápido, eficaz y cómodo, siendo algunas de sus líneas (3T, 3B) clave para acercarte a los rincones más turísticos.

Plaza del Senado – 9:00

Uno de los puntos fuertes de la visita. En los alrededores, aparte de la Oficina de Turismo, se juntan sitios de referencia como el Ayuntamiento, la Universidad o la Catedral. El nombre del lugar, fruto del racionalismo decimonónico diseñado por el arquitecto Carl Ludvig Engel, se debe a que allí tiene su sede el Senado finés, un edificio neoclásico que guarda cierto parecido con el Palacio de Buckingham pro en amarillo y que ha servido de localización para varias películas.

En cuanto a la Catedral, domina desde lo alto de un promontorio al que se sube por una escalinata similar a la del Sagrado Corazón de París. De hecho, puestos a buscar similitudes, el propio templo tiene un aire al francés, pintado de blanco y con una gran cúpula. Eso sí, que nadie espere la caracteristica piedra vista de aspecto medieval; dedicada a San Nicolás, se trata de una catedral luterana bastante reciente, construida entre 1830 y 1852. La entrada, como en las demás iglesias, es gratuita.

Puerto – 10:30

Si se continúa por Esplanadi en dirección al mar se llega a otra loma sobre la que descuella la silueta rojiza de la Catedral de Uspenski, ortodoxa, antesala del puerto; si exteriormente destaca sus cúpulas de oro de veintidós kilates, en el interior lo hacen los típicos mosaicos. Al otro lado, la Hauppatori o plaza del Mercado proporciona ese ambiente tan del gusto del turista, con montones de puestos de artesanía, comida y souvenirs. No lejos hay otro mercado, el del pescado, atechado, que permite contemplar esa Helsinki distinta a la de  su imagen habitual, que es moderna y cosmopolita; el mercado portuario conserva ese tono antiguo que tanto se busca recuperar en esos establecimiento, permitiendo comprar productos naturales típicos.

Junto a él, se encuentra el considerado edificio más antiguo de Helsinki, Sederholm Talo, del siglo XVIII. Hay que fijarse o pasará desapercibido, tan gris como el tomo de sus muros. Todo lo contrario de lo que se verá mirando directamente al Báltico, porque allí están también las terminales de los ferrys y barcos grandes, por las que desembarcan riadas de gente de los cruceros. Claro que siempre queda el contraste de los veleros, tan fotogénicos con sus mástiles y su cabullería, especialmente si el día es soleado.

La bella estación ferroviaria – Imagen: ©depositphotos.com/ollikainen

Excursión a Suomenlinna – 12:30

Ya que se ha llegado hasta el puerto no hay que dejar pasar la ocasión de hacer una pequeña excursión marina en ferry hasta Suomelinna. Se trata de una fortaleza naval erigida sobre seis islas en 1748 por los suecos, con la misión de proteger la entrada del puerto de una posible incursión de la armada rusa. Augustin Ehrensvärd fue su diseñador, siguiendo las teorías del célebre ingeniero militar Vauban, el maestro del tema en aquella época. Sin embargo, el complejo, que incluía una serie de bastiones y polvorines, no pudo cumplir su propósito y los rusos consiguieron tomarlo en 1808, incorporando Finlandia a su imperio.

 

El ferry público -bastante asequible- se coge en la Plaza del Mercado (Kauppatori) y zarpa cada veinte minutos, aunque hay muchos operadores privados que también hacen ese recorrido. Es cuestión de elegir porque, al fin y al cabo, el trayecto es efímero; la isla se encuentra a apenas dos kilómetros.

La visita, que durará entre dos y tres horas, no sólo permite descubrir los mil y un recónditos rincones insulares, entre galerías subterráneas, cañones, fortificaciones museos e incluso un submarino, sino también una pequeña población local de menos de un millar de personas y muchos más turistas, de ahí la abundancia de cafés, restaurantes y tiendas.

Se puede contratar visitas guiadas y, en suma, es una experiencia que merece la pena porque el lugar forma parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1991. Antes, se puede aprovechar esa abundancia hostelera para comer en cualquier establecimiento; unos arenques fritos regados con cerveza muy bien podrían ser un ejemplo de plato típico. Concluida la estancia, toca regresar a tierra firme y descansar de esta primera jornada.

 

VIERNES

Kamppi – 8:30

Empieza un nuevo día y toca visitar el otro lado de esa península que se considera centro urbano. Si en las primeras veinticuatro horas nos acercamos al mar, hoy nos destacamos por movernos por una zona un poco más interior; de nuevo tomando como punto de partida la estación ferroviaria pero esta vez en dirección contraria.

Lo primero que se encuentra es el Kiasma (Museo de Arte Contemporáneo), un edificio futurista. Al respecto hay que decir que Helsinki carece de arquitectura demasiado antigua, por eso la mayor parte de las casas son del XVIII en adelante y abundan los edificios de diseño ultramoderno y uso funcional. Es el caso del Lasipaltsi, el Tennispalatsi o el Amos Anderson Museum, todos ellos centros culturales y, el último, el museo privado más grande del país (está dedicado al arte del siglo XX). Subrayamos lo de privado, porque el mayor es público y se trata del Ateneum, situado justo frente a la estación; se centra sobre todo en artistas nacionales.

Museos o caminata – 10:30

Será difícil decidirse por alguno de éstos u otros muchos museos de la zona (por allí quedan también el de Historia Natural, el de la Ciudad y el Nacional) para ver en una sola mañana, de ahí que otra opción sea seguir el paseo por la bulliciosa avenida Mannerheimint y sus calles aledañas para ver qué más se encuentra de interés.

Por ejemplo, la sede del Parlamento finés que, por contraste con los edificios anteriores, es sobria y austera; diseñada por J.S. Sirén en 1920 e inaugurada once años más tarde, por dentro tiene una bonita decoración art decó, pudiéndose visitar gratis de lunes a viernes. Enfrente se halla el Art Exhibition Hall, que se complementa unos metros más adelante con el Finlandia Hall.

Ateneum

La bella fachada del Ateneum -Imagen: ©depositphotos.com/emmeci74

Últimas visitas – 15:30

La tarde concluye en el extremo occidental con una atracción muy demandada en la ciudad: la Temppeliaukion o Iglesia de la Roca. Se llama así porque ha sido construida bajo tierra, de manera que exteriormente sólo se percibe la gigantesca cúpula de cobre, que permite la iluminación natural. Terminada en 1969, su excelente acústica interior permite celebrar conciertos.

Quien aún tenga fuerzas puede hacer un epílogo acercándose hasta el Monumento a Jean Sibelius, una escultura a base de cientos de tubos plateados firmada por Eila Hiltunen y ubicada en un parque que también lleva el nombre del compositor nacional por excelencia.

De regreso a la estación todavía queda una postrera opción: dar un rodeo hacia la parte oriental de las vías, donde el Jardín Botánico de la Universidad constituye un amplísimo oasis verde y que tiene enfrente el Teatro Nacional.

Salida nocturna – 9:00

Si no hay que preocuparse por la comida, ya que esta jornada transcurre por el centro urbano más clásico, lleno de establecimientos tanto de gastronomía finesa como de comida rápida -advirtamos de que comer no es barato en Helsinki, ni siquiera en fast food-, tampoco lo será la cena. ahora bien, pasando cuarenta y ocho horas en la capital coincidiendo con un fin de semana, hay que aprovechar para hacer una salida nocturna.

Porque, aunque a Helsinki se la conozca popularmente como la capital del diseño, también ha logrado cierta fama por la animación de sus noches… dependiendo de la estación del año, por supuesto. Obviamente, el frío intenso invernal no propicia este tipo de ocio pero en verano no es raro encontrarse conciertos al aire libre en los parques. Por otro lado, abundan los pubs y discotecas, muy cercanos entre sí, como todo. La animación se mantiene se mantiene hasta las 2:00 y 4:00 respectivamente, horas en que se echa el cierre.

 

A SIMPLE VISTA- HELSINKI

Cómo llegar
Avión: Hay vuelos desde España al Aeropuerto Helsinki-Vantaa (que está a diecinueve kilómetros de la ciudad), tanto con compañías tradicionales como low cost, saliendo de Madrid (Finnair y Norwegian), Barcelona (Finnair, Norwegian, Vueling), Mallorca (Norwegian), Alicante (Norwegian) y Málaga (Finnair, Norwegian). Desde los aeropuertos canarios (Las Palmas de Gran Canaria, Tenerife Sur, Fuerteventura y Lanzarote) operan más aerolíneas, aparte de las mencionadas, como TUIFLY Nordic, Jet Time, Primera Air Scandinavia y Thomas Cook Airlines.Barco:
Las principales navieras que operan en nuestro país (Costa Cruceros, Pullmantur, Royal Caribbean, MSC, Norwegian…) ofertan rutas por el norte de Europa en algunas de las cuales se incluye escala en la capital finlandesa. Aparte, se puede llegar en ferry desde ciudades cercanas como San Petersburgo, Tallín, Estocolmo, etc.

Dónde alojarse
La zona de Helsinki que hemos visto en el post está llena de lugares para pernoctar. Quien mire especialmente por su presupuesto tiene dos hostels: Eurohostel y Stadion Hostel. En un segmento medio está el Best Western Plus Hotel Haaga y quien prefiera el lujo, cuenta con la exquisitez del Radisson Blue Espoo. Pero, para tener una idea más amplia de la cuestión, recomendamos recurrir al buscador de hoteles de Vuelos Baratos.

Dónde ir por la noche
Como decíamos antes, Helsinki tiene una animada vida nocturna. Eso sí, hay que tener cuidado porque a algunos sitios no se deja entrar a menores de 24 años (se pide escrupulosamente el DNI). Recomendables son el Siltanen, el Mbar o el Bhangra, por ejemplo, donde también se puede comer, aunque para esto último se pueden visitar restaurantes muy conocidos como Torni, que tiene espléndidas vistas, o el renombrado Kappeli.En cuanto a discotecas, hay que destacar Ahjo, Navy Jerry’s o la más antigua de Finlandia, Kaivohuone. Y para música en vivo, Tavastia, Kuudes Linja, Korjaamo, Nosturi o Virgin Oil Co.

Cuándo ir
En esta ciudad está claro que los meses de verano son el mejor momento de visita… salvo que se tenga un gusto especial por el frío y la nieve.  La web oficial de turismo de Finlandia orienta sobre esto y muchas cosas más.

Libros
Helsinki fue Capital Cultural Europea en el año 2000 (como también del Diseño Mundial en 2012), lo que revela el alto nivel intelectual de sus habitantes.Curiosamente, su escritor más conocido es Mika Watari, famoso por una novela sobre el antiguo Egipto (Sinuhé el egipcio).

Música
si la literatura sobre Helsinki no nos suena mucho, la música es algo completamente distinto. Más de una docena de importantes músicos y compositores han nacido allí, entre ellos Tuomas Holopainen. Sin embargo, son sus bandas de rock las que han alcanzado mayor dimensión mediática, empezando por los heavies monstruosos de Lordi, que ganaron el Festival de Eurovisión, o los de Nigthwish. Una curiosidad puede ser el rock sami (lapón) que practica el grupo Somby.

Aparte, en verano se celebran muchos festivales por todo el país. El más conocido es el Tuska, centrado en ese reverenciado rock duro. Por su parte, el Kivenlahti Rock, que es multiestilo (rock, indie, reggae, rap…), tiene lugar en Espoo, a apenas media hora del centro de Helsinki.

Sobre El Autor

Nacido en Oviedo (Asturias), soy historiador de formación y bloguero profesional desde 2009, con atención especial a viajes y turismo. Me gusta conocer otros lugares, bien todo el país, bien centrándome en alguna ciudad. He hecho la casi preceptiva visita a naciones de nuestro entorno europeo, como Portugal, Francia, Italia, Inglaterra, Escocia, República Checa, Rumanía y Grecia, en busca de esa identidad continental común.En el entorno mediterráneo tuve ocasión de hacer realidad un viejo sueño y recorrer Egipto en lo que fue mi primer periplo exótico. Luego siguieron otros igualmente fascinantes como Jordania y Marruecos. También salté el charco para descubrir el Nuevo Mundo, desde México a Bolivia pasando por Costa Rica, Panamá, Colombia y Perú, donde me sentí como en casa.Finalmente, también pude cumplir otro anhelo al viajar a África para ver in situ esos rincones que me fascinaban desde niño por los relatos y películas de exploradores: Kenia y el legado de Karen Blixen, Uganda y las fuentes del Nilo, Ruanda y los gorilas de montaña, el Serengueti o el Cráter del Ngorongoro en Tanzania...Extasiarse ante belleza impactante de la Capilla Sixtina, atisbar el Tesoro de Petra asomando por la abertura del cañón del Sij, sentirse abrumado por los colosos de Ramsés II en Abu Simbel o las pirámides de Giza, escuchar la potencia ensordecedora de las cataratas Murchinson, ver salir el sol desde lo alto del Sinaí o de Machu Picchu, cabalgar por la ribera del Nilo, caminar por la grandiosidad enigmática de Teotihuacán, despertarse al amanecer con el rugido de un león en la sabana, fotografiarse ante la inmensidad blanca del Salar de Uyuni, deambular por el Whitechapel de Jack el Destripador, contemplar París desde lo alto de la Torre Eiffel, navegar por el lago Ness...Todo ello -y lo muchísimo más que aún haya de venir- trato de plasmarlo en imágenes y palabras a través de mi blog El Viajero Incidental y Viajeros de La Brújula Verde.

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