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Vuelos a Florencia: romántica y valerosa, cuna del Renacimiento

Florencia, Firenze en italiano, es la capital de la provincia del mismo nombre y de la región de Toscana, en Italia. Atravesada por el río Arno, es una ciudad de más de 350.000 habitantes, que superan los 600.000 considerando el área metropolitana.

Volar a Florencia

El Aeropuerto Internacional “Américo Vespucio”, a 4 Km. de la ciudad, es uno de los principales de la región; recibe los vuelos a Florencia de las principales ciudades italianas y europeas. También se puede llegar a Florencia por tren, ya que la estación ferroviaria de Santa María Novella está conectada con los principales trenes transeuropeos, y en vehículo propio o autobús.

La belleza del aire hipnotizará al viajero

Florencia es una de las ciudades más bellas de Italia por su patrimonio cultural y monumental: los museos y la arquitectura de renombre mundial, la cultura gastronómica,... Resulta muy difícil describirla en pocas líneas, pero para dar cuenta de su magnificencia advertiremos al incauto viajero que quizás experimente el “Síndrome de Stendhal”, como se ha llamado al torbellino de emociones y pasiones que despierta tanta belleza artística.

Los Médici

Florencia, romántica y valerosa, protagonista de la historia desde sus inicios, en el siglo XV bajo el reinado de los Médici se transformó en una ciudad humanista universal, donde los principales artistas del Renacimiento encontraron su ámbito y crearon las obras más monumentales del período.

Visitar y conocer el casco antiguo

Al este se encuentran las dos iglesias más importantes: el Duomo, de Brunelleschi, que ofrece una vista impresionante de la ciudad, y La Santa Cruz, basílica gótica que guarda frescos del Giotto y otros. En esta zona podremos admirar los monumentales Palazzo Vecchio y Plaza Della Signoria y los museos del Dante y Ufizzi.

El circuito del casco antiguo oeste nos permitirá conocer la Basílica de Santa María Novella y sus frescos de Renacimiento pintados por Uccello, Ghirlandaio y otros, así como las  iglesias Santa Trinidad y Ognissanti; también podemos visitar la Plaza de la República, y el Museo Marino Marini.

La parte norte de la ciudad alcanzó su gran desarrollo durante el gobierno de Cosme el Viejo, fundador de la dinastía Médici, gran mecenas que las iglesias de San Lorenzo y de San Marco, el Palazzo Médici Riccardi que fue la residencia del los Médici hasta la construcción de Palazzo Pitti al otro lado del río Arno, el Museo Arqueológico y la Galería de la Academia, inolvidable, pues allí se exhibe la obra cumbre de Miguel Ángel, el David, canon de la belleza masculina.

Finalmente, al sur, y cruzando el Arno, encontraremos otras bellas e importantes obras: las iglesias Cappella Brancacci y sus frescos de Masaccio, la Basílica di San Miniato al Monte, exquisita iglesia de mármol con magníficas vistas de la ciudad; Santo Spirito; los monumentos Ponte Vecchio, Piazzale Michelangelo, Palazzo Pitti y los Jardines Boboli.

Recuperar el aliento

Queda mucho en el tintero, pero para recuperarnos de tantas emociones debemos sentarnos a disfrutar de la gastronomía toscana, sencilla y abundante, intensa en productos del Mediterráneo: quesos, carnes y pescados, aunque no faltan los restaurantes especializados en pastas y pizzas o cocina internacional. Recomendamos las pastas y sopas, protagonistas privilegiadas de la mesa florentina, y para el postre no deberá faltar un helado en cualquier época del año.

Alojamientos

La hotelería es excepcional: establecimientos de todas las estrellas, sitios sólo para dormir y desayunar, alojamiento en residencias históricas, posadas, habitaciones, “resort-hoteles”, fincas y casas rurales. Pasar unos días en Florencia en alguna de las muchas casas rurales cercanas a la ciudad, o en un sencillo hotel, es un placer reservado a la lectura del cielo, que parece haber bajado para celebrar que exista esta maravilla, y que nos puede ayudar  para redefinir cuales son las emociones que ser humano ha perdido y vuelto a encontrar en Florencia, con permiso del abrumado y romántico Stendhal, que al presenciar tanta belleza quedó para siempre hechizado.