Situada en uno de los vértices junto a Avilés y Oviedo forman el triángulo central de Asturias, Gijón rivaliza eternamente con esta última en casi todos los aspectos. Y, si bien la capitalidad del Principado corresponde a la otra, Gijón puede presumir de ser más grande y poblada. También se distingue por estar asomada al Cantábrico, un mar que da carácter y que, en el caso gijonés, modela tanto la urbe como a sus habitantes frente al tranquilo Oviedo interior o al también costero -pero anclado en una ría- Avilés.

Punto final -o de inicio, según se mire- de la Vía de la Plata romana, que se extendía hasta el sur peninsular para el transporte de metales preciosos y que hoy perpetúa su existencia en la llamada Ruta de la Plata, Gijón también es un alto en el Camino de Santiago por el conocido como Camino del Norte, lo que, unido a su apasionante oferta turística, lo convierte en un destino más que apetecible, diferente, original y, probablemente, aún por descubrir del todo

Por eso, a continuación damos unas cuantas pistas para conocer mejor la villa y explotarla a fondo durante 48 hipotéticas pero intensas horas. Playa, campo, museos, actividades, fiestas, juerga nocturna… todo cabe en Gijón, pese a tratarse de una ciudad de tamaño medio que hasta hace muy poco tenía un carácter básicamente industrial pero que que, al igual que pasó con Bilbao, ha experimentado una reconversión radical hacia una cara estéticamente más amable.

VIERNES

Cimadevilla – 9:00

Puestos a empezar, lo mejor es hacer por el principio, como mandan los cánones. Y el principio gijonés se remonta a la Antigüedad. Lo mejor para un recorrido por aquellos tiempos seminales es partir de la presencia romana, aunque en realidad el núcleo original de la villa se sitúa en Monte Areo, donde están los dólmenes neolíticos más importantes de España,  en el Monte Deva, que acoge varios túmulos funerarios. Pero como lugar habitado,habría que acercarse a la Campa Torres, un castro o poblado en el que aún quedan restos de las primeras viviendas de lo que entonces se llamaba Noega (s. VI-V a.C).

Ahora bien, dado que el lugar fue abandonado en beneficio del Cerro de Santa Catalina, que ofrecía unas cualidades defensivas mejores, hay que saltar al período de dominio de Roma y buscar en esa pequeña península el auténtico origen de Gijón, de aquella conocido como Gegionem. Ese singular pedazo de tierra que se adentra en el Cantábrico, ocupado por el barrio de Cimadevilla, cerrado al tráfico rodado y convertido en parque, resulta atractivo por varias razones más. La primera, los restos de trincheras, parapetos y baterías costeras de la Guerra Civil. Pero, sobre todo, la presencia simbólica e icónica de una colosal escultura de Eduardo Chillida que ya es el símbolo de la ciudad: el Elogio del horizonte, cuyas formas hormigonadas se asoman al acantilado.

Elogio_del_Horizonte

Elogio del horizonte. Imagen: ©depositphotos.com/quintanilla

Fomento y el puerto deportivo – 13:00

Descendiendo del Cerro de Santa Catalina hacia el centro urbano, en las faldas hay una visita inexcusable: las Termas romanas (s. I-II d.C), en cuyo interior, aparte de los baños públicos que disfrutaban los ciudadanos locales del imperio, aún queda parte de la muralla, un siglo posterior. Al salir, desplazándose un centenar de metros hacia el puerto deportivo, aguarda la casa natal de Jovellanos, el famoso ilustrado asturiano. Se halla en el corazón del casco histórico, una amalgama de callejuelas empavesadas y flanqueadas por elegantes edificios de múltiples épocas y estilos, como, entre otros, la Antigua Pescadería Municipal (utilizada ahora como oficinas del Ayuntamiento), la Torre del Reloj (antigua cárcel transformada en Archivo y Museo Municipal), el dieciochesco Palacio de Revillagigedo (hoy Centro Internacional de Arte Contemporáneo), la adosada Colegiata de San Juan Bautista y la emblemática estatua de Don Pelayo presidiendo la Plaza del Marqués.

Es el mejor y más fotogénico acceso a Fomento, el puerto deportivo, donde los pantalanes están erizados de mástiles y banderas y numerosos establecimientos de hostelería atraen al visitante con sus terrazas, sus cetáreas y sus espléndidas vistas a la recoleta rada. La vieja rula (lonja) del pescado ha sido reconvertida en sala de exposiciones. Las gigantescas letras rojas que forman el nombre de Gijón, otro icono, constituyen el punto de salida del bus turístico, que funciona en temporada alta. Es un buen momento para hacer un alto y probar la exquisita gastronomía asturiana, catando el marisco del Cantábrico y libando la célebre sidra; escanciada por el camarero, además.

View on Old Port of Gijon and Yachts, Asturias, Northern Spain. Sunny day

Los pantalanes del puerto deportivo. Imagen: ©depositphotos.com/ohmaymay

 

Poniente -16:00

Después de comer, nada como un agradable paseo para hacer la digestión. Y resulta que, a pocos pasos, se encuentra un entorno privilegiado para ello: la Playa de Poniente. Se trata de un arenal artificial que, junto con la el del Arbeyal (medio kilómetro más allá), sirvió para recuperar y habilitar para el ciudadano la zona de los antiguos astilleros, pasando de un uso industrial a su disfrute para el ocio. La bahía es tan cerrada que allí es posible bañarse sin miedo al temible oleaje norteño. Además, como para subrayar esto, en un extremo se ha levantado el Centro de Talasoterapia, que aprovecha las aguas marinas para el relax.

Si no se desea pasar el resto de la tarde aprovechando esos servicios, una alternativa tranquila es entrar al Museo Barjola, dedicado al pintor extremeño homónimo y que está allí mismo. Otra, el del Ferrocarril, en lo que era la antigua estación de Renfe. Son 17.000 metros cuadrados en los que se explica la historia del ferrocarril a través de 300 piezas, que incluyen medio centenar de locomotoras y vagones, así como telégrafos, silbatos, señales, etc.

¿Que los trenes tampoco llaman especialmente? Pues se sigue caminando unos metros más junto al mar hasta llegar al Acuario de Gijón que, como dice su publicidad, es espeztacular. El recorrido por sus instalaciones, que ocupan 2.000 metros cuadrados y también se adentran en el agua, está estructurado en secciones como Los ríos cantábricos, El Mar Cantábrico, El Atlántico, El Caribe, El Mar Rojo, etc. Hay unos 60 tanques, aunque recibe atención especial el de tiburones, por supuesto.

Así se habrán cubierto las horas vespertinas y llegado el momento de ir poniendo fin a la jornada. Caminando en dirección al centro se puede pasar por la Plaza del Humedal, uno de los nudos de comunicaciones gijoneses porque allí se ubican la estación ferroviaria actual y la de autobuses, para ir hacia la peatonal calle Corrida y sus muy comerciales inmediaciones. Si se sigue andando en dirección sur se llega hasta una de las referencias culturales de la ciudad, el Teatro Jovellanos, sito en un entorno tan agradable -y bullicioso, por el griterío de los niños jugando- como el Paseo de Begoña.

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La playa de Poniente. Imagen: Adolfobrígido en Wikimedia, CC BY-SA 4.0

 

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Museo del Ferrocarril. Imagen: B25es en Wikimedia, CC BY-SA 3.0

SABADO

El primer día se visitó la parte oeste de Gijón y éste toca hacer la otra mitad. Para ello hay que desplazarse hasta el Parque de Isabel la Católica, una bonita zona verde en medio del hormigón urbano al final de la cual está El Molinón, el estadio del Sporting, que se llama así por un viejo molino donde hoy se ha ubicado un Parador Nacional. Desde ahí sólo hay que cruzar el río Piles para acceder a un recinto ferial cuyo atractivo fundamental es el etnológico Museo del Pueblo de Asturias: hórreos, paneras, carros, un museo de la gaita…

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Una panera en el Museo del Pueblo de Asturias. Imagen: Jorgechp en Wikimedia, CC BY-SA 3.0

El Rinconín – 12:00

Siguiendo la ribera del Piles hacia su desembocadura, donde empieza una acera diseñada para pasear junto al mar, se alcanza primero el punto conocido como Mayán de la Tierra, decorado con unas extrañas planchas de hierro oxidado, a manera de menhires; es la escultura de Fernando Alba titulada Sombras de luz. A partir de ahí, cientos de peatones, parejas, familias, niños o jubilados, recorren esa senda de excepcionales vistas que bordea los acantilados y alguna que otra playita minúscula.

Una de ellas es la que da nombre a ese privilegiado paraje, El Rinconín, donde está una de las estatuas más singulares de la ciudad: la Madre del emigrante, obra de Ramón Muriedas, quien quiso plasmar el recuerdo de una época que caracterizó a Asturias y España entera. Hay más arte en las inmediaciones, con formas abstractas, futuristas

A un lado queda el horizonte marítimo y al otro la frondosidad de Somió, La Providencia y El Infanzón, donde los parques se juntan unos con otros para formar un enorme pulmón verde y la loma que ocupan se convierte en un mirador natural. Es un entorno natural y algo asilvestrado, surcado por pequeñas carreteras comarcales y senderos, asaeteado por sidrerías tradicionales, dotadas de merenderos al aire libre, idóneos para hacer el alto de rigor y experimentar ese clásico de la gastronomía asturiana que es la espicha: una comida a base de productos muy básicos (chorizo, empanada, tortilla de patata, huevos cocidos…) regada por sidra escanciada directamente del tonel.

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La escultura Sombras de luz. Imagen: ©depositphotos.com/quintanilla

Universidad Laboral – 16:00
Una vez repuestos de la larga caminata matutina, se puede coger un autobús para acercarse a otro de los lugares emblemáticos de Gijón: la antigua Universidad Laboral. Un gigantesco complejo de 130.000 metros cuadrados que ha sido recuperado del olvido e incluso el menosprecio para que hoy lo utilicen a diario miles de personas en campos que ya no tienen que ver con el original, como arte, educación y cultura en general; su espléndida iglesia incluso celebra bodas.

La visita a la Laboral no llevará mucho, centrándose el interés en el templo, el patio central y algunos murales realizados en mosaico. Pero no hace falta irse muy lejos porque justo enfrente está el Jardín Botánico Atlántico, donde ciencia y ocio se dan la mano. No limita su atención al mundo vegetal sino que suele organizar eventos muy atractivos, como las Noches Mágicas estivales.

 

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Antigua Universidad Laboral. Imagen: ©depositphotos.com/quintanilla

Antigua Universidad de Gijón, España - ©Depositphotos/ KarSol

Antigua Universidad de Gijón, España – ©Depositphotos/ KarSol

Playa de San Lorenzo – 20:00

Terminada esas visitas, se vuelve a tomar el bus para regresar al caso urbano gijonés y concluir la jornada, cerrando esas 48 horas del título, de forma inmejorable: recorriendo el paseo marítimo, conocido como El Muro, que separa el hormigón de la playa de San Lorenzo; allí se citan miles de personas a esas horas de la tarde para disfrutar de la brisa marina o los postreros rayos del sol. ¿Hay manera más relajada y agradable de acabar?

Sí, la hay. Bajando a la playa y pisando la arena directamente. Es la más grande de la ciudad, con un kilómetro y medio de longitud en forma de concha (de hecho,es muy parecida a la de San Sebastián). La arena de San Lorenzo es muy fina, de un color dorado intenso. Como suele ocurrir en el norte, la constante subida y bajada de la marea puede cubrir completamente el arenal (salvo en la zona este), proporcionando el magnífico espectáculo del oleaje rompiendo contra el Muro.

Un poco antes, a medida que las olas van creciendo, la parte central suele poblarse de surferos ávidos de cabalgar sus crestas. Pero si hay bajamar, la orilla se retira cientos de metros, dejando grandes extensiones de arena húmeda que multitud de equipos de fútbol aprovechan para transformar en efímeros campos de juego, con porterías portátiles.

Así, con el balón rodando, runners al trote, tablas deslizándose entre la espuma y montones de gaviotas pululando en busca de comida, se va poniendo el sol mientras deja un rastro carmesí en los charcos, como resistiéndose a dejar el día. Queda cenar pero de esos hay donde elegir, como se ha podido ver. Y si se quiere salir luego de copas, la zona antigua, el citado barrio de Cimadevilla o el entorno del Náutico son buenas opciones.

 

Olas en la playa de San Lorenzo. Imagen: ©depositphotos.com/MarcoGovel

 

En suma, nadie se quedará en Gijón sin saber qué hacer. Y eso que aún quedarían cosas en el tintero. Museos como los dedicados a los artistas Evaristo Valle y Nicanor Piñole: visitas a más testimonios de la Antigüedad, como la Villa Romana de Veranes (el mayor asentamiento rural excavado y musealizado del norte de España) o de tiempos más recientes, como en la Ciudadela de Celestino Solar (un espacio etnográfico que conserva un modelo de vivienda obrera asturiana de 1877); la ruta del Románico, estilo artístico medieval del que hay varios ejemplos en el concejo (iglesias de San Juan y San Vicente de Caldones); etc.

A SIMPLE VISTA – GIJON
Cómo llegar:

Avión: el Aeropuerto de Asturias está a 40 kilómetros de Gijón. Tiene vuelos nacionales desde Madrid (Iberia), Barcelona (Iberia, Vueling), Alicante (Air Europa), Mallorca (Air Europa, Air Nostrum), Málaga (Air Europa, Vueling), Tenerife Sur (Air Europa) e Ibiza (Air Europa, Vueling); las rutas internacionales son a Londres (EasyJet), París (Vueling) y Lisboa (TAP).
Tren: el Alvia de Renfe enlaza varias veces diarias con Madrid.
Autobús: la compañía ALSA opera varios viajes al día con la capital y otras ciudades.Dónde alojarse.
Hay numerosos alojamientos en Gijón de todas las categorías. En este enlace de hoteles de Vuelos Baratos es fácil dar con el que mejor se ajuste al interés de cada uno.Cuándo ir.
Aunque el otoño es una estación preciosa en toda Asturias, una ciudad con playa adquiere una vida especial en verano, con la ventaja de que no habrá temperaturas tórridas y se coincidirá con tres fiestas de renombre: la Semana Negra (festival dedicado al género policíaco en literatura y cine), la Feria de Muestras y la Fiesta de la Sidra Natural.Oficina de Turismo: Gijón
Cómo moverse: líneas de autobús municipal
Finalmente, aconsejar ir provisto de paraguas o chubasquero (llueve todo el año), así como de algun jersey o chaqueta para el anochecer. Y revisar Volver a empezar, de José Luis Garci, con la que ganó el Óscar a la Mejor Película Extranjera y que es un auténtico homenaje a Gijón.

Sobre El Autor

Nacido en Oviedo (Asturias), soy historiador de formación y bloguero profesional desde 2009, con atención especial a viajes y turismo. Me gusta conocer otros lugares, bien todo el país, bien centrándome en alguna ciudad. He hecho la casi preceptiva visita a naciones de nuestro entorno europeo, como Portugal, Francia, Italia, Inglaterra, Escocia, República Checa, Rumanía y Grecia, en busca de esa identidad continental común.En el entorno mediterráneo tuve ocasión de hacer realidad un viejo sueño y recorrer Egipto en lo que fue mi primer periplo exótico. Luego siguieron otros igualmente fascinantes como Jordania y Marruecos. También salté el charco para descubrir el Nuevo Mundo, desde México a Bolivia pasando por Costa Rica, Panamá, Colombia y Perú, donde me sentí como en casa.Finalmente, también pude cumplir otro anhelo al viajar a África para ver in situ esos rincones que me fascinaban desde niño por los relatos y películas de exploradores: Kenia y el legado de Karen Blixen, Uganda y las fuentes del Nilo, Ruanda y los gorilas de montaña, el Serengueti o el Cráter del Ngorongoro en Tanzania...Extasiarse ante belleza impactante de la Capilla Sixtina, atisbar el Tesoro de Petra asomando por la abertura del cañón del Sij, sentirse abrumado por los colosos de Ramsés II en Abu Simbel o las pirámides de Giza, escuchar la potencia ensordecedora de las cataratas Murchinson, ver salir el sol desde lo alto del Sinaí o de Machu Picchu, cabalgar por la ribera del Nilo, caminar por la grandiosidad enigmática de Teotihuacán, despertarse al amanecer con el rugido de un león en la sabana, fotografiarse ante la inmensidad blanca del Salar de Uyuni, deambular por el Whitechapel de Jack el Destripador, contemplar París desde lo alto de la Torre Eiffel, navegar por el lago Ness...Todo ello -y lo muchísimo más que aún haya de venir- trato de plasmarlo en imágenes y palabras a través de mi blog El Viajero Incidental y Viajeros de La Brújula Verde.

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