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Vuelos a Sevilla

Todos los vuelos a Sevilla aterrizan en el Aeropuerto de San Pablo, situado a unos diez kilómetros al nordeste de la ciudad, y el único existente en la actualidad. Desde allí debemos tomar un autobús o un taxi y entrar al casco céntrico de la ciudad por el Puente de San Telmo. Frente a nosotros se abrirá una de las ciudades más bellas de Europa, y que encarna a la ciudad española instalada en el imaginario del turista. Cruzando sobre las aguas del río Guadalquivir, y haciendo un alto en nuestra caminata, vemos a nuestra izquierda, a lo lejos, el perfil contemporáneo de los edificios de la Isla de la Cartuja, recuerdo vivo de aquella Expo’92 que le dio nueva vida a Sevilla. Siguiendo el Paseo de las Delicias, bordeando el río, adivinamos los perfiles de algunos de los mayores atractivos de la ciudad y que deberemos visitar en detalle: la Plaza de Toros de la Maestranza, el teatro de la Maestranza, la Torre del Oro. Sobre nuestra derecha, el paseo continúa y frente a los Jardines de Cristina, podemos ver la impresionante fachada del Palacio de San Telmo, la Universidad alli mismo y el inicio de un paseo que nos llevará hacia lo mejor del siglo XIX: el Teatro Lope de Vega, el Museo de Artes y Costumbres Populares, el Pabellón Real hasta llegar a la Plaza de España, con sus edificios como monumentales brazos abiertos al visitante. El itinerario turístico nos lleva inevitablemente al corazón de la ciudad, allí donde late el ritmo gitano y las tradiciones más profundas. La Catedral, uno de los monumentos religiosos más importantes del mundo, requiere una visita pormenorizada para conocer sus siglos de historia y poder, además, apreciar la belleza de su decoración donde se combinan elementos moriscos y cristianos. Un ejemplo bellísimo de esta tipología es, sin dudas, la Giralda, torre árabe convertida con la Reconquista en símbolo y estandarte de la Sevilla cristiana.

Para completar la visita sevillana, no debemos dejar de conocer y experimentar:

Barrio de la Santa Cruz: un enjambre de pequeñas calles donde antiguamente se refugiaban los judíos y luego los gitanos y hoy convertida en el centro gastronómico. Obligada experiencia para el visitante que debe llevarse el sabor de las tapas andaluzas.

Iglesia de la Santa Cruz: en el corazón de este barrio, antigua Judería, y un rincón de gran devoción para los sevillanos.

Palacio Arzobispal: imponente edificio del siglo XVI. Ubicado frente a la Catedral en la amplia plaza donde suelen reunirse los carruajes de paseo.

Alcazar y Palacios Nazaríes: visita obligada para conocer la forma de vida de los árabes que se establecieron aquí, sus costumbres, espacios, jardines. Salones de riquísima ornamentación donde se escribieron algunas de las más importantes páginas de la historia de la península.

Iglesia de la Magdalena: uno de los mejores ejemplos barrocos de Andalucía. Su historia se remonta al 1211, destruida por la guerra en 1811 y hoy hogar de algunas de las cofradías más fervientes de la ciudad.

No podemos tomar nuestro vuelo de regreso de Sevilla, sin probar el sabor de su comida, la alegría de su gente y la energía de su música. Para ello, nada mejor que hacerse de un amigo sevillano, siempre abiertos al visitante y orgullosos anfitriones de la capital andaluza.