48 horas en San Petersburgo

En ocasiones, las ciudades diseñadas y planificadas suelen carecer de los procesos de crecimiento urbano que se dan de forma natural según acontecimientos históricos y económicos, en donde normalmente existen lugares con ambientes un tanto artificiales. San Petersburgo fue fundada por Pedro el Grande en 1703, con el claro objetivo de convertirla en la capital del Imperio Ruso y de ser una puerta hacia Europa, una ciudad surgida de la nada. El resultado fue una ciudad que más allá de la artificialidad propia de las capitales inventadas, tiene una personalidad propia y está considerada una de las ciudades más bellas de Europa y el Báltico.

Tras conquistar un territorio que pertenecía a Suecia, Rusia tenía por fin una salida al Mar Báltico y el control de la desembocadura del río Nevá, lo que significaba un punto estratégico para ampliar su dominio militar y económico. San Petersburgo se distingue del resto de grandes ciudades rusas, ya que tuvo influencias alemanas, holandesas y escandinavas en su construcción.

Después de ser capital del imperio por más de dos siglos, con la llegada de la Revolución rusa, en 1918 perdió su condición de capital y pasó a llamarse Petrogrado y pocos años después, Leningrado, sin volver a recuperar su nombre original hasta comienzos de la década de 1990, cuando se disolvió la Unión Soviética. Hoy en día, es una de las mayores aglomeraciones urbanas de Europa y un compendio de monumentos impresionantes, muchos de ellos Patrimonio de la Humanidad. Comenzamos un recorrido de 48 horas por San Petersburgo.

Avenida Nevsky – 17:00 horas

Dada su gran extensión, uno de los sitios más convenientes para buscar alojamiento en San Petersburgo en a lo largo de la Avenida Nevsky (Nevski Prospekt), una de las vías más importantes, céntricas y con más historia de la ciudad. La mayoría de sitios de interés se sitúan a corta distancia de esta amplia avenida que bien merece la pena recorrer, donde no debes perderte su imponente arquitectura, así como los puentes y las perspectivas que ofrecen de los canales que la atraviesan. El mejor sitio para sentirle el pulso a la ciudad y observar sus contrastes.

Catedral de Kazan – 17:30 horas

Es una de las caras más reconocidas de San Petersburgo. La Catedral de Nuestra Señora de Kazán es un templo ortodoxo de estilo neoclásico, dedicado a la Virgen de Kazán, el mayor símbolo religioso en Rusia y está considerada el principal templo de la ciudad. Rica en detalles artísticos, está ubicada en plena Avenida Nevski, y está precedida por una gran explanada de césped que ofrece un gran espacio para admirarla. La entrada es gratuita y abre de 10:00 a 19:00 horas.

Canales de San Petersburgo – 19:00 horas

La situación es ideal para comenzar a explorar los canales de San Petersburgo y este es el momento recomendable para ver otro de los iconos de Píter al atardecer y disfrutar de la romántica iluminación nocturna en el centro de la ciudad. Hablamos de la Iglesia del Salvador de la Sangre Derramada, a la que podrás llegar recorriendo el Canal Griboyedov (a la derecha de la catedral). Si tienes tiempo, no dejes de entrar a esta maravilla arquitectónica.

Tampoco está de más dar un paseo por el Museo Hermitage y la Plaza del Palacio para admirar su imponente fachada iluminada (aunque ya lo visitaremos a la mañana siguiente).
Aunque algunos bistros (sitios de comida rápida) funcionan las 24 horas, la cena suele servirse entre las 19:00 y 22:00. Si quieres cenar comida rusa por los alrededores de la Avenida Nevski, 1913 (Voznesensky prospect, 13/2), Dáchniki (Nevski prospect, 20.) y Sibirskaya Korona (Nevskiy Ave., 66/29) son buenas opciones.

Museo Hermitage y la Plaza del Palacio al atardecer. Imagen: ©depositphotos.com/JuliaSha

Malecón del Río Neva – 22:00

San Petersburgo es sede de un curioso espectáculo que se da cada noche, momento en que suele izarse muchos de los puentes del río Neva para dar paso al puerto a grandes embarcaciones. Si visitas la ciudad durante los primeros días del verano, en especial alrededor del solsticio, serás testigo del fenómeno de las “Noches Blancas” de San Petersburgo, noches en la que el crepúsculo mantiene un resplandor perenne desde al atardecer hasta el amanecer del siguiente día. Es también un momento para admirar los monumentos más famosos de la ciudad impecablemente iluminados.

El horario del izado de los puentes comienza a la 1:35 horas hasta las 5:45 horas, evento en el que muchos residentes de la ciudad acuden en masa para fotografiarse en el malecón con los puentes levantados.

Museo Hermitage – 10:30 horas

El Museo Hermitage no sólo es uno de los principales monumentos y símbolos de San Petersburgo, es uno de los museos más completos e impresionantes del mundo entero. Con una colección que supera los 3 millones de piezas de arte de infinidad de períodos históricos, es un compendio de arte y arquitectura sin precedentes en el mundo.

Compuesto por cinco grandes edificios, entre los que se encuentra el Palacio de Invierno, antigua residencia de los zares, posee una colección de gran renombre que incluye desde arte prehistórico ruso, hasta los trabajos de maestros de la talla de Miguel Ángel, Da Vinci, Tiziano, Van Gogh, El Greco, Gauguin y Velázquez, entre otros, así como importantes ejemplares de arte oriental, romano, griego, turco y egipcio. Es una museo que puede tomar días en visitarse pero al que hay que dedicarle al menos una mañana entera. Abre de 10:30 horas a 18:00 horas de martes a sábado. Precios: desde 300 rublos (4,37 euros) a 600 rublos (8,75 euros), en función del tipo de entrada.

Catedral de San Isaac – 13:00 horas

Por su cercanía con el Hermitage y dada su importancia dentro de San Petersburgo, no debes dejar de visitar el mayor templo de la ciudad, cuya cúpula dorada de casi 22 metros de diámetro es visible desde casi cualquier punto, aunque en la actualidad carece de culto ya que se trata de un museo. Su interior es todo un derroche de arte y arquitectura que no te dejará indiferente, con más de 400 pinturas, esculturas y mosaicos.

Se trata además de la cuarta catedral más alta del mundo (101 metros) y entre sus curiosidades, tiene más de 100 columnas, las cuales pesan 60 toneladas cada una, está revestida con más de 40 tipos de mármoles y se calcula que se utilizaron 100 kilos de oro para revestir el exterior de la cúpula, que para más señas fue pintada de gris durante la Segunda Guerra Mundial para evadir posibles bombardeos. Se puede subir a la cúpula a pie y disfrutar de vistas panorámicas de San Petersburgo.

Fortaleza de Pedro y Pablo – 15:00 horas

Dentro de las muchas islas que componen a San Petersburgo y que irremediablemente le otorgan un aire escandinavo, una de las más importantes es la de Zachayi, sitio donde se emplazó la Fortaleza de Pedro y Pablo en el siglo XVIII para defender la ciudad antes un posible ataque de las fuerzas suecas. Antes de conocer este monumento, te recomiendo visitar un restaurante muy famoso en San Petersburgo para hacer la comida, el Rosemary Restaurant (ul. Sytninskaya 14. Metro Gorki).

Se trata de uno de los puntos más antiguos de esta ciudad y un gran complejo, que también es muy popular entre los habitantes de Píter. Entre los sitios de interés de la fortaleza, se puede visitar la Catedral de San Pedro y San Pablo, donde están enterrados todos los mandatarios rusos previos a la Revolución y cuyo campanario y aguja es el punto más alto de la ciudad (122 metros) y uno de los más fotografiados. Si la visitas en verano, no dejes de visitar la “playa” del río Neva que hay en uno de sus costados cercanos a la entrada, a la que acuden los lugareños en masa para veranear cuando hace buen tiempo.

Para disfrutar de una cena en ambiente auténtico ruso, visita el restaurante Na Zdorovye! (Bolshoi Ave. P.S., 13), donde podrás degustar delicias locales y compartir con lugareños.

Catedral de Pedro y Pablo. Imagen: ©depositphotos.com/s_garmashov

Palacio de Peterhof – 10:30 horas

Visitar este palacio Patrimonio de la Humanidad requiere hacer un viaje fuera de San Petersburgo, ya que se encuentra a unos 29 kilómetros de la ciudad, pero hablamos de una visita imprescindible ya que se trata de un conjunto monumental que bien podría catalogarse como el “Versalles ruso”. Visitar Peterhof es una de las excursiones más populares en San Petersburgo, pero suelen venderla bastante cara, así que es preferible hacerla por libre, ya que llegar es sencillo. De cualquier forma, como muchas otras cosas en Rusia, las entradas no son baratas, pero la belleza del sitio es tal, que no debes irte de la ciudad sin haber recorrido sus espectaculares jardines.

Concebido originalmente por Pedro el Grande como residencia de verano y refugio en el campo para los zares, aunque el conjunto se fue extendiendo gradualmente. Cumplió esta función hasta 1917, y luego de la Revolución se transformó en museo. Sufrió graves daños y saqueos durante la Segunda Guerra Mundial que se han conseguido reparar gracias a una exhaustiva renovación.

Peterhof está compuesto de una serie de edificios y extensos jardines, los cuales puedes visitar de manera separada si así lo deseas. Llegar al lugar es relativamente fácil y el viaje dura una hora y media, tan sólo tienes que tomar los minibuses Nº 224, 300, 424 o 424-A, en la estación de metro Avtovo, aunque también se puede llegar por el barco Meteor desde el embarcadero Palace, cerca del Hermitage.

Entre las zonas más importantes a visitar en el Palacio de Peterhof, están los Jardines altos (la única parte completamente gratuita del conjunto), los Jardines bajos con fuentes, 450 rublos (6,50 euros), el Gran Palacio de Peterhof, 550 rublos (7,90 euros), Palacio de Monplaisir, 360 rublos (5,20 euros), la Gran Cascada (abierta únicamente en verano) 300 rublos (4,30 euros) y el edificio de Catalina, 360 rublos (5,20 euros), así que te puedes hacer una idea que visitar el complejo entero no sale barato.

Para que te hagas una idea de sus dimensiones, solamente el parque inferior tiene más de 100 hectáreas y está considerado el sistema de fuentes más extenso del mundo. Dentro de los parques y jardines hay tantos monumentos, fuentes, pabellones e invernaderos que fácilmente se le pueden dedicar el día entero. No es difícil imaginar por un momento a Catalina la Grande o a Pedro III de Rusia o al cualquier miembro de la Dinastía Románov paseando por estos majestuosos parajes. Una hermosa forma de despedirnos de la puerta europea de Rusia.