El castillo es casi tan antiguo como la vida en sociedad. Cuando los humanos abandonaron el nomadismo y se hicieron sedentarios, se agruparon para vivir en poblados que poco a poco fueron incorporando distintas medidas de seguridad para protegerse de aaques enemigos: la ubicación en lugar elevado, una empalizada, defensas naturales… El castillo no es sino una evolución de ese concepto, como indica su propio nombre, derivado del término castellum, diminutivo de castrum.

Ahora bien, a lo largo de la Historia, los castillos han ido cambiando su morfología. Si la imagen clásica es la medieval, con murallas almenadas, torre del homenaje, adarves, barbacana y foso, también hay algunos diferentes, caso de los palaciegos franceses, los románticos centroeuropeos o las mansiones escocesas, por citar los más representativos

El modelo habitual en España, sin embargo, es el guerrero. Un resto de nuestro pasado como territorio en disputa durante la Reconquista, ocho siglos de erección de fortalezas fronterizas que cambiaban de manos pasando de las musulmanas a las cristianas y viceversa, que luego prolongaron su vida en los mil y un avatares históricos posteriores.

Viajar por España (donde una región entera tiene un nombre directamente relacionado con el tema, Castilla, aunque curiosamente es la provincia de Jaén la que conserva mayor número), equivale a encontrar un castillo prácticamente en cualquier lugar, sea un exquisito complejo militar, un solitario bastión, una atalaya costera o algún otro tipo, a menudo en estado de penosa ruina pero en otras ocasiones rehabilitado para un nuevo uso: parador, museo, bodega…

Sería tarea prácticamente imposible enumerar siquiera todos los castillos españoles, ya que se cuentan por miles. Pero sí se puede hacer un top ten, admitiendo siempre la subjetividad eso sí, de los más destacados. Al menos de parte de ellos; siempre queda la opción de ampliar la lista con un segundo o tercer post sobre ello.

1. ALCÁZAR DE SEGOVIA. Segovia

Era inevitable empezar por el más emblemático y fotogénico de los castillos españoles, el alcázar segoviano asentado sobre un cerro dominando los valles de los ríos Eresma y Clámores en su confluencia. Construido por Alfonso VI, en el siglo XI pero sobre un fuerte romano, se convirtió en una de las residencias favoritas de la monarquía hispánica,muchos de cuyos representantes la fueron reformando y modificando. Por eso al gótico inicial que predomina a primera vista hay que sumarle otros estilos, como el mudéjar y el herreriano.

El Alcázar es de planta irregular, con un macizo cuerpo central atechado con pizarra y dos grandes torres en cada extremo: la de Don Juan II y la del Homenaje. La primera, cuadrangular y rematada con matacanes, tiene un característico sabor medieval mientras que la otra, a base de torrecillas cilíndricas con chapiteles, constituye su perfil más conocido.

Se accede por un puente levadizo y una escalera clásica que dan paso a su bello pero, a la vez, sobrio interior, donde no hay que perderse el Salón de Galera (allí está el famoso trono), el Salón de Reyes (llamado así por las estatuas de los monarcas que lo decoraban antaño), el Tocador de la Reina (con un espléndido artesonado gótico) o el Salón del Cordón (cuyo nombre viene de los adornos con esa forma).

En realidad hay muchas más estancias de interés: la Sala de Armas, el museo del Real Colegio de Artillería, la Capilla, la Sala de las Piñas, etc. Y la atención del visitante no se limitará al alcázar segoviano, ya que la ciudad acredita un montón de sitios más para ver, desde el célebre acueducto romano a la catedral barroca, pasando por el Monasterio de San Antonio el Real, la peculiar iglesia redonda de la Vera Cruz, etc (¡sin olvidar los mesones y sus cochinillos asados!).

Alcazar_Segovia

La silueta inconfundible del Alcázar de Segovia – Imagen: ©depositphotos.com/KarSol

EN BREVE – SEGOVIA

Cómo llegar
Avión: Segovia no tiene aeropuerto y la mejor forma de llegar en vuelo es aterrizando en Madrid, que está a 90 kilómetros y tiene rutas desde muchas ciudades españolas con aerolíneas como Iberia, Iberia Express, Vueling, Ryanair.
Tren: Segovia enlaza con la capital mediante el AVE, que hace el recorrido en 20 minutos, aunque también se cubre el itinerario con lanzaderas Avant (media hora) y trenes de Media Distancia. Se pueden consultar horarios en RENFE.
Autobús: Dada la ubicación de Segovia en pleno centro peninsular, tampoco es difícil encontrar líneas de bus con que llegar. ALSA es la más importante, aunque desde Madrid está la opción de La Sepulvedana, con una hora aproximada de viaje.
Para saber más de Segovia desde el punto de vista turístico es recomendable consultar su página web ad hoc, del Patronato de Turismo segoviano.
2. CASTILLO DE PEÑAFIEL. Peñafiel (Valladolid)

Encaramado sobre una estrecha loma, a cuya alargada cima se adapta dando la impresión de ser un barco cabalgando una ola, el Castillo de Peñafiel es un buen ejemplo de edificio histórico reaprovechado para un nuevo uso: su interior fue elegido para albergar la sede del Museo Provincial del Vino, pues no hay que olvidar que se encuentra en una región donde los caldos constituyen uno de los motores económicos regionales, aparte de motivo de turismo enológico.

El recinto tiene 211 metros de largo por 23 de ancho y está circundado por una doble muralla del siglo XI que es la parte más antigua de lo conservado. Sólo hay una entrada, defendida por torreones y matacán y se suceden hasta 28 cubos almenados conectados por adarves. La torre del homenaje, de 34 metros de altura y 3 plantas abovedadas, ocupa la parte central acogiendo el citado museo en el ala sur.

El castillo, que es Monumento Nacional desde 1917, fue conquistado a los árabes y debe su nombre a la leyenda según la cual el rey Sancho clavó allí su espada diciendo que aquélla sería la peña fiel de Castilla en lo sucesivo. Luego, el infante Don juan Manuel lo reformó a la par que escribía su conocida obra El conde Lucanor. También vivió allí Alfonso X el Sabio.

Castle from the square of Peñafiel, Valladolid, Spain

Estampa clásica del castillo desde la plaza principal de Peñafiel – Imagen: ©depositphotos.com/norabana

3. CASTILLO DE MANZANARES. Manzanares el Real (Madrid)

Una ermita medieval y los restos de una vieja fortaleza del siglo XI sirvieron de base para que los poderosos Mendoza, alaveses instalados en Castilla, empezaran la construcción de un castillo en el año 1475. El lugar elegido por Diego Hurtado de Mendoza (hijo del marqués de Santillana, almirante de Castilla y duque del Infantado) no fue casual, ya que se trataba de una zona estratégica, rica y regada por las aguas del río Manzanares.

En realidad era medio castillo medio palacio y las obras, en estilo gótico isabelino, tuvieron que ser continuadas por sus descendientes. Pero no sirvieron para mucho porque diversos problemas familiares terminaron provocando que acabara abandonado apenas un siglo después, hasta las sucesivas restauraciones desarrolladas ya a partir de 1914 y siendo la última en 2005.

Dichos trabajos incluyeron la reconstrucción casi integral de varias partes y la habilitación de un Museo de los Castillos Españoles. Es un complejo fácilmente reconocible por su disposición en seis alturas, la piedra granítica de sus muros, la planta rectangular con la torre del homenaje octogonal y otras tres cilíndricas encajada en un perímetro protegido por una gran barbacana de bastiones semicirculares.

Old Castle in Span - Manzanares

El castillo de los Mendoza, en Manzanares el Real – Imagen: ©depositphotos.com/TTstudio

4. CASTILLO DE COCA. Coca (Segovia)

Frente a la pesadez maciza del granito usado en Manzanares, el Castillo de Coca presenta un aspecto más grácil, fruto del empleo de un material algo sorprende para este tipo de arquitectura: el ladrillo. La explicación hay que encontrarla tanto en la fecha más tardía (siglo XV) como en el estilo gótico-mudéjar elegido, típico del momento. Pero también hay alguna similitud: si en el caso anterior fue la casa de los Mendoza la promotora, en este corrió a cuenta de una familia aristocrática no menos poderosa, los Alba.

De nuevo encontramos un castillo dominando la confluencia de dos ríos, el Eresma y el Voltoya, pero no en lo alto de un cerro sino aprovechando un escarpe que, además, permite la presencia de un foso alrededor. Construido por el obispo Alfonso de Fonseca, que contrató para ello a lo alarifes andaluces que le confirieeron un aire arábigo (estucos, decoración, lacerías…), su gran momento llegó durante la revuelta de los Comuneros, cuyos ataques resistió, y un centenar de años después, cuando sirvió de prisión al duque de Medina-Sidonia, acusado de planear la independencia de Andalucía.

Las tropas napoleónicos lo saquearon y redujeron a ruinas, permaneciendo en estado deplorable hasta que en 1931 fue declarado Monumento Histórico Nacional y, posteriormente, restaurado para albergar la Escuela de Capacitación Forestal.

Castillo_de_Coca

La imponente majestuosidad el Castillo de Coca- Imagen: ©depositphotos.com/phb.cz

5. CASTILLO DE BELLVER. Palma de Mallorca (Islas Baleares)

Si hay un castillo peculiar en España es de Bellver. Raro, incluso, pues no es nada habitual encontrar en el mundo este tipo de construcciones con planta circular e interior abierto y porticado, asemejando más una plaza de toros que una fortaleza. Sólo las torres adosadas rompen un poco esa sensación y le dan aire militar que realmente tenía.

Situado a tres kilómetros del casco urbano mallorquín, fue erigido en el siglo XV por Jaime II en lo alto de un pequeño monte que domina la bahía y rodeado de pino, de ahí su nombre. Parte de su desconcertante aspecto se debe a la eliminación posterior de las almenas originales, llevada a cabo para colocar cañones. Paradójicamente, el castillo sólo se vio envuelto en combate una vez, durante las Germanías de 1521.

El resto del tiempo sirvió de residencia a monarcas o sus virreyes insulares, aunque su uso más largo y famoso fue como prisión: tras sus muros estuvieron encerrados, entre otros, la reina Violante, los soldados de uno y otro bando de la Guerra de Sucesión (también tropas napoleónicas), los generales Lacy y Martínez Campos, el catalanista Valentí Almirall, los republicanos capturados en la Guerra Civil y, sobre todo, el ilustrado y ministro asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos.

Caracterizado por es aplaza abierta con arquería gótica y una torre del homenaje exenta unida por un puente, en el interior se ha instalado el Museo Histórico de la Ciudad de Palma.

Bellver Castle inner court. Palma-de-Mallorca old town, Spain

El extraño patio circular del Castillo de Bellver – Imagen: ©depositphotos.com/Stefuss

6. CASTILLO DE BELMONTE. Belmonte (Cuenca)

Ya no queda nada del frondoso bosque que antes rodeaba al Castillo de Belmonte (nuevamente el nombre es una alusión al paisaje) pero, viendo el vaso medio lleno, ello permite concederle el protagonismo absoluto del paisaje a ese bonito edificio que parece descansar plácidamente sobre el pequeño cerro de San Cristóbal, en el páramo manchego.

Construido por Juan Pacheco, marqués de Villena, en el siglo XV, en el contexto de las guerras sucesorias que acabaron entronizando a Isabel la Católica (la propia Juana la Beltraneja residió allí brevemente), los trabajos no se llegaron a terminar y el castillo quedó abandonado, estado del que lo rescató la emperatriz Eugenia de Montijo. Tuvo usos curiosos, como monasterio, prisión y academia del Frente de Juventudes hasta que volvió a caer en el olvido.

En 1931 se lo catalogó como Bien de Interés Cultural y hoy, restaurado, presenta el magnífico aspecto de sus comienzos, con planta estrellada, doble muralla, tres puertas, ricos artesonados y torreones achaparrados almenados. Muy cinematográfico todo, como demuestra el hecho de que haya sido escenario de películas como El Cid, Los señores del acero o Juana la Loca, por ejemplo.

The riuns of Belmonte Castle in the La Mancha region of central Spain.

La estampa de película del castillo belmonteño – Imagen: ©depositphotos.com/Steve_Allen

7. CASTILLO DE LOARRE. Loarre (Huesca)

Si el castillo de Belmonte se lució en el cine, no se quedó atrás el de esta localidad oscense, que Ridley Scott eligió para ambientar la primera parte de El reino de los cielos. Buen ojo el del director británico, ya que se trata de la construcción este tipo más antigua de España (del siglo XI) y la mejor conservada de las de estilo románico.

Los cimientos se asientan sobre un risco rocoso que, aparte de darle nombre (una vez más), impedía que fueran minados y permitían controlar la llanura de Hoya de la Huesca y el paso por los Pirineos. Lo edificó Sancho III para vigilar la frontera con territorio musulmán pero cuando éstos retrocedieron perdió su utilidad y acogió un convento de agustinas.

Fruto de ello es el peculiar patrimonio que ha quedado, mezcla de lo religioso y lo militar, incluyendo una capilla con cúpula (antaño con decoración pictórica), ventanas bizantinas, capiteles bíblicos, arcos labrados y otros elementos artísticos que pueden verse junto a los defensivos, como torres cuadrangulares, una enorme muralla, la puerta única…

landscape with Loarre Castle, Huesca, Spain

Loarre, otro castillo de cine – Imagen: ©depositphotos.com/Lutya

8. CASTILLO DE OLITE. Olite (Navarra)

Situado a 43 kilómetros de Pamplona, se construyó entre los siglos XIII y XIV, cuando Navarra aún era un reino independiente y, de hecho, fue sede de sus Cortes, aunque luego Carlos III el Noble lo amplIó para que sirviera de palacio real. Es más, en muchas zonas predomina ese uso cortesano sobre el defensivo, plasmado en una gran belleza de elementos arquitectónicos, aunque los más característicos sean esos pináculos cónicos negros que rematan las garitas.

Lo cierto es que un conjunto irregular en el que se hace difícil distinguir la cantidad de partes y añadidos, hasta el punto de que, cuenta la tradición, hubo tantas estancias como días tiene el año. y, en efecto, se suceden las habitaciones, los pasillos, las escaleras de caracol, los pasadizos subterráneos, las torres… En realidad, todo ello pura prevención defensiva.

Hay que destacar por un lado el Palacio Viejo, que hoy es Parador Nacional, y por otro el Palacio Nuevo, aunque teniendo en cuenta que el abandono sufrido y el incendio provocado durante la Guerra de la Independencia obligaron a restaurarlo en un larguísimo proyecto iniciado en 1937 y aún no concluido del todo. Eso sí, lamentablemente ha perdido la mayor parte de su exquisita decoración.

Castillo_Olite

Panorámica del castillo de Olite – Imagen: ©depositphotos.com/Changered

9. CASTILLO DE LA MOTA. Medina del Campo (Valladolid)

Aparte del ejemplo ya reseñado de la segoviana Coca, las tierras castellanas nos ofrecen otro castillo hecho de ladrillo en Valladolid y, más concretamente en Medina del Campo: el de La Mota. En este caso se debe a su erección sobre otro anterior mudéjar que aprovechaba un altozano para asentarse en posición dominante, lo que nuevamente explica su denominación.

Pocos castillos estarán tan cargados de Historia como éste. Primero, por los hechos de armas en que se vio envuelto durante el reinado de Enrique IV, pues aparte de cambiar de manos una y otra vez, ora para los partidarios del rey, ora para los del príncipe Alfonso, la villa entera constituía un rico botín que terminó en manos de los Reyes Católicos.

Pero, sobre todo, porque ya en el siglo XVI los partidarios de Carlos I consiguieron defenderlo de los comuneros en el corazón de territorio enemigo. al final sirvió de prisión de ilustres personajes como Hernando Pizarro (hermano del conquistador de Perú), César Borgia (que logró escapar descolgándose desde una ventana) y el conde de Aranda (ministro ilustrado), entre otros.

No obstante, su ocupante más famosa fue Juana la Loca, reina de Castilla tras Isabel la Católica, que aguardaba allí el regreso de su marido Felipe el Hermoso, de viaje por Flandes.

Castillo_La_Mota

El castillo de La Mota – Imagen: ©depositphotos.com/Kassandra2

10. CASTILLO DE CUÉLLAR. Cuéllar (Segovia)

Otro castillo-palacio donde vivieron importantes personajes de la Historia de España. Situado a 60 kilómetros de la capital provincial, una vez más en lo alto de un cerro, el aspecto inexpugnable que presenta exteriormente no se corresponde dentro con la suntuosidad de sus dependencias, en las que predominan los elementos góticos, mudéjares y renacentistas.

Y es que la parte más grande del complejo fue edificada y sucesivamente ampliado entre los siglos XIII y XVIII, con punto de partida impulsado por Beltrán de la Cueva, noble castellano de quien se decía que fue el verdadero padre de Juana, la hija del rey Enrique IV, a la que por ello se apodaba la Beltraneja. También residieron allí en algún momento Alvaro de Luna, María de Molina, Espronceda y el duque de Wellington, entre otros.

Como en ocasiones anteriores, el castillo quedó en un lamentable estado de abandono durante el siglo XIX. Luego se aprovechó como cárcel para presos de la Guerra Civil, como sanatorio de tuberculosos y de nuevo como penal hasta que a principios de los años setenta se acometió una restauración que permitió habilitarlo como instituto de Enseñanza Media. También tiene uso museístico, aún cuando la fantástica armería real que poseía fuera saqueada por los franceses.

Castillo_Cuellar

Castillo de Cuéllar – Imagen: ©depositphotos.com/sietevidas

Así se acaba esta selección de castillos españoles, Caprichosa, como todas, y en la que los diez elegidos podrían trocarse por otros tantos completamente distintos… que, a su vez, serían susceptibles de dar paso a una decena más y así sucesivamente. Como muestra, a continuación citamos unos cuantos, candidatos potenciales a un nuevo post en el futuro: castillos de Cardona, Ciudad Rodrigo, Guadamur, Jarandilla de la Vera, Montjuic, Monzón, Morella, Pedraza, Peñíscola, Simancas, Torrelobatón, Villaviciosa, Zafra, etc.

Sin olvidar los alcázares y alcazabas de Almería, Carmona, Córdoba, Guadalajara, Jerez de la Frontera, Sevilla, Toledo, Zorita de los Canes…

Sobre El Autor

Nacido en Oviedo (Asturias), soy historiador de formación y bloguero profesional desde 2009, con atención especial a viajes y turismo. Me gusta conocer otros lugares, bien todo el país, bien centrándome en alguna ciudad. He hecho la casi preceptiva visita a naciones de nuestro entorno europeo, como Portugal, Francia, Italia, Inglaterra, Escocia, República Checa, Rumanía y Grecia, en busca de esa identidad continental común.En el entorno mediterráneo tuve ocasión de hacer realidad un viejo sueño y recorrer Egipto en lo que fue mi primer periplo exótico. Luego siguieron otros igualmente fascinantes como Jordania y Marruecos. También salté el charco para descubrir el Nuevo Mundo, desde México a Bolivia pasando por Costa Rica, Panamá, Colombia y Perú, donde me sentí como en casa.Finalmente, también pude cumplir otro anhelo al viajar a África para ver in situ esos rincones que me fascinaban desde niño por los relatos y películas de exploradores: Kenia y el legado de Karen Blixen, Uganda y las fuentes del Nilo, Ruanda y los gorilas de montaña, el Serengueti o el Cráter del Ngorongoro en Tanzania...Extasiarse ante belleza impactante de la Capilla Sixtina, atisbar el Tesoro de Petra asomando por la abertura del cañón del Sij, sentirse abrumado por los colosos de Ramsés II en Abu Simbel o las pirámides de Giza, escuchar la potencia ensordecedora de las cataratas Murchinson, ver salir el sol desde lo alto del Sinaí o de Machu Picchu, cabalgar por la ribera del Nilo, caminar por la grandiosidad enigmática de Teotihuacán, despertarse al amanecer con el rugido de un león en la sabana, fotografiarse ante la inmensidad blanca del Salar de Uyuni, deambular por el Whitechapel de Jack el Destripador, contemplar París desde lo alto de la Torre Eiffel, navegar por el lago Ness...Todo ello -y lo muchísimo más que aún haya de venir- trato de plasmarlo en imágenes y palabras a través de mi blog El Viajero Incidental y Viajeros de La Brújula Verde.

Artículos Relacionados

vuelosbaratos - Comparador de vuelos | Política sobre cookies | Aviso legal